Un comando de 20 hombres a bordo de vehículos blindados irrumpió el primer día del año en el Cereso número 3 de Ciudad Juárez, Chihuahua. Iban por un interno condenado a 200 años de prisión, que había logrado el control absoluto del centro penitenciario.

Mientras esto ocurría, en el interior del Cereso miembros de los Mexicles que habían logrado pasar armas sometían a los custodios.

Sobrevino una carnicería que terminó con la fuga de 34 internos y dejó tirados los cadáveres de 10 policías penitenciarios.

El Cereso entró en crisis porque nadie quiso ocupar sus lugares. Ser policía penitenciario en aquel lugar fue visto como una sentencia de muerte.

Un día después de la fuga, otros dos agentes que formaban parte del operativo de búsqueda de los reos fueron acribillados en calles de la ciudad. Ese mismo día se reportó el asesinato de tres elementos policiacos en Salinas Victoria, Nuevo León: realizaban “labores propias de su responsabilidad” cuando una caravana de ocho vehículos blindados los atacó en una carretera.

Tres policías más morirían en Salinas Victoria un mes más tarde, mientras se hallaban de descanso, cuando sicarios a bordo de una Malibú negra y una motocicleta los ejecutaron en la colonia Paso del Norte.

En Huecato, municipio de Chilchota, en Michoacán, tres agentes que patrullaban la madrugada del 23 de enero fueron emboscados por “un grupo delictivo con operación en la región”. Los municipales pidieron ayuda. Cuando los refuerzos llegaron, su patrulla estaba completamente perforada por las balas y en el interior se hallaban sus cuerpos sin vida.

En un amanecer de marzo, agentes municipales de Tenango del Valle, en el Estado de México, respondieron a una denuncia ciudadana que indicaba que en un domicilio había personas secuestradas. Los recibieron a tiros. Dos agentes perdieron la vida. Los secuestradores huyeron en una camioneta blanca y detonaron una escandalosa persecución que culminó en la ciudad de México cuando, luego de asesinar a un policía capitalino, chocaron el vehículo contra un árbol.

A mitad del año, los hermanos López Félix, policías municipales de Cajeme, Sonora, se reunieron en casa de sus padres como todas las noches de viernes. De ahí fueron a sacarlos hombres fuertemente armados. Sus cadáveres aparecieron una semana después envueltos en bolsas de plástico. Hasta entonces, iban ocho agentes asesinados en Sonora.

El día que los cadáveres de los López Félix aparecieron en un baldío, 36 elementos abandonaron la corporación.

Ese mes un atentado con un artefacto explosivo provocó la muerte de cuatro agentes policiacos en Tlajomulco de Zúñiga, en el estado de Jalisco. A bordo de dos vehículos, los elementos se habían internado en la colonia Larios para buscar una fosa clandestina.

El Cártel Jalisco los atacó con siete artefactos explosivos.

En Villa Hidalgo, Zacatecas, cinco agentes municipales que una madrugada de domingo hacían guardia en la comandancia, fueron extraídos por hombres armados. Los cadáveres de los cinco fueron hallados poco más tarde en el municipio de Pinos: dos semanas antes miembros del crimen organizado se habían llevado a policías de Villa García: uno apareció muerto; del otro no ha vuelto a saberse desde el 1º de agosto.

En Tierra Colorada, municipio de Juan Escudero, en el estado de Guerrero, nueve agentes municipales fueron emboscados en la calle principal. Cuatro perdieron la vida, y pasaron a formar parte de la lista de 2,226 elementos policiacos asesinados en México entre 2018 y principios de septiembre de 2023 —según el registro de la organización Causa en común.

Solo en lo que va del año, de acuerdo con la cifras de esta organización, 307 policías han sido asesinados en México: Guanajuato (54), Zacatecas (24), Guerrero (21), Jalisco (21), Michoacán (20), Chihuahua (19), Veracruz (19), Colima (16), Nuevo León (16), Baja California (12) y Sonora (12), encabezan la lista.

Un estudio de Insight Crime revela que en Nuevo León los asesinatos de policías se incrementaron 143% entre 2019 y 2022. El estudio propone que el alza brutal de las ejecuciones de agentes en ese estado obedece a la expansión del Cártel del Noreste, que comenzó a desplazarse hacia el sur a través de células operativas cuya misión es controlar las rutas de tráfico.

Del estudio se desprende que la carnicería de agentes policiacos que se registra hoy en el país es un reflejo más del avance criminal ocurrido en el sexenio. Según Causa en común, 1.2 policías son asesinados diariamente en México.

No hay estado del país que se libre de esta estadística.

En un sexenio en el que el crimen se expandió como nunca, los policías caen en todos lados.

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