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El colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía confesó tantos crímenes en una corte federal de Nueva York que, siendo apenas testigo, eclipsó en la sala a un acusado más famoso que él: Joaquín "El Chapo" Guzmán.
Asesinatos brutales, sobornos millonarios, un emporio de cocaína a su mando... El listado de delitos admitidos por Ramírez Abadía, alias "Chupeta", en su testimonio contra Guzmán este martes parecía interminable.
Aceptó todo sin turbarse, con el tono en que un oficinista podría explicar su trabajo de ocho horas.
"Es imposible ser el líder de un cartel (de la droga) en Colombia sin que haya violencia", justificó "Chupeta", con su rostro desfigurado por las cirugías que pasó una década atrás para evitar ser capturado.
De hecho, como jefe del cartel del Norte del Valle, él fue uno de los narcos más implacables y poderosos en la Colombia post Pablo Escobar hasta su arresto en Brasil en 2007.
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Fue extraditado a Estados Unidos, donde se declaró culpable. Hoy aguarda sentencia, con 55 años y la esperanza de reducir su tiempo de cárcel por su acuerdo con el gobierno para testificar contra su exsocio "El Chapo".
Logró ese acuerdo pese a que reconoció haber ordenado unos 150 homicidios y liderado una organización criminal que exportó unas 400 toneladas de cocaína a EE.UU.
Como indicó un abogado de la defensa, si "Chupeta" recibe la sentencia mínima de 25 años, podría pagar el equivalente a apenas "60 días de encarcelamiento por asesinato".
Guzmán, por su lado, arriesga cadena perpetua acusado de enviar más de 150 toneladas de cocaína a EE.UU. como jefe del cartel de Sinaloa, al que "Chupeta" le suministraba la droga.
"Un riesgo"
Una de las matanzas que "Chupeta" admitió haber desatado ocurrió entre 2004 y 2005, tras enterarse que Víctor Patiño, un narco colombiano extraditado a EE.UU., estaba colaborando con las autoridades… igual que lo hace él ahora.
"¿Como consecuencia de ello, ordenó el asesinato de 36 colaboradores y familiares (de Patiño)?", preguntó William Purpura, abogado de Guzmán, a "Chupeta".
"Hubo una guerra", respondió el testigo. "Eso es correcto".
Una de las víctimas fue Luis Ocampo, alias "Tocayo" y hermano de Patiño, a quien "Chupeta" lo convocó a una reunión en una finca colombiana.
Cuando "Tocayo" llegó, 40 sicarios lo acribillaron junto a sus allegados: hubo 12 muertos, y luego otros más que lo aguardaban en una gasolinera cercana y también fueron alcanzados por los sicarios.
"Chupeta" pagó US$338.776 por el asesinato del hermano de Patiño, según consta en una planilla contable de su cartel exhibida en el juicio. Se trató de un costo mucho más alto que otros, testificó, "porque fue un grupo de sicarios grande que participó".
La fiscal que llamó e interrogó a "Chupeta", la argentina-estadounidense Andrea Goldberg, le preguntó más tarde por qué ordenaría el asesinato de personas que colaboran con la justicia.
"Porque eran un riesgo contra mi organización y contra mí mismo", dijo el testigo, quien en sus inicios en el cartel trabajó con un sicario al que le gustaba usar motosierras en sus homicidios.
Entre las víctimas reconocidas por "Chupeta" también figuran personas que según él robaron dinero, drogas o armas al cartel, no sólo en Colombia sino también en EE.UU.
Por ejemplo, admitió que fue asesinada una familia (padre, madre e hijo) en una casa de Nueva Jersey usada por su cartel para sus operaciones de narcotráfico, por creer que alguien estaba robando.
Según indicó más tarde, ejecutar ladrones también es parte del negocio. Si no, agregó, "van a seguir robando la cocaína y después te van a matar".
Durante los tres días que testificó contra Guzmán, "Chupeta" admitió haber matado una persona con sus propias manos, disparándole en su cabeza y cara en 2004.
Un narco meticuloso
Desde que se presentó en el juicio contra Guzmán el jueves, "Chupeta" se ha mostrado como un narco que atendía hasta los pequeños detalles de sus operaciones.
Dijo haberse reunido una decena de veces con "El Chapo" entre 1990 y 2007 para discutir envíos de su cocaína desde Colombia a EE.UU. vía México.
Aunque el cartel de Sinaloa de Guzmán se encargaba del ingresar las drogas a EE.UU., "Chupeta" relató que supervisaba con sus hombres de confianza las operaciones, para asegurarse que todo saliera bien.
Y cuando había problemas, proponía una solución.
Por ejemplo, dijo que cuando se volvió riesgoso llevar la droga de Colombia a México por avión, tuvo la idea de usar barcos pesqueros por el océano Pacífico. Y cuando descubrieron este método, planteó fabricar submarinos.
Pareció orgulloso de la organización criminal que montó, refiriéndose a ella con un claro sentido de propiedad: "mi cocaína", "mis lugartenientes", "mis aviones".
En Colombia, tuvo tanto poder que dijo haber pagado "por lo menos" US$10 millones para influir al Congreso en el debate sobre restituir la extradición a EE.UU.
También dijo haber contribuido con US$500.000 en la campaña electoral del expresidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998) y sobornado a medios de prensa para que difundieran información que le favorecería.
Intentó incluso sobornar indirectamente, a través de policías colombianos, a miembros de la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) con prostitutas, regalos y apartamentos.
Cuando EE.UU. presentó cargos en su contra y ofreció una recompensa por su captura, se fugó a Venezuela y luego a Brasil con documentos falsos.
Se sometió a cirugías plásticas para cambiar su aspecto, desde los ojos hasta la mandíbula: sus pómulos hoy lucen tan pronunciados que parece que fueran a estallar cuando gesticula.
Aún manejaba su organización a la distancia cuando fue arrestado en un barrio exclusivo de São Paulo. Le confiscaron más de US$1.000 millones en activos: mansiones, empresas, joyas y una colección de arte que tenía dos pinturas de Fernando Botero que valían cerca de US$500.000 cada una.
Debido al acuerdo de extradición con Brasil, su sentencia máxima en EE.UU. sería de 30 años de prisión, de los cuales ya ha cumplido más de 11 años. Y espera reducirla hasta cinco años tras su colaboración.
Cuando "Chupeta" terminó su testimonio y el jurado se retiró de sala, el juez Brian Cogan dijo entender que la defensa subraye los malos actos de un testigo para mostrar una tendencia a la deshonestidad, pero cuestionó la necesidad de entrar en detalles sobre sus asesinatos.
Otro de los abogados de "El Chapo", Jeffrey Lichtman, sostuvo sin embargo que a veces es necesario discutir esos detalles para examinar a alguien que es tan violento "y todavía está recibiendo algunos beneficios del gobierno".
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