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San José. – Cuando el opositor y ahora fugitivo político venezolano Leopoldo López compareció el jueves 10 de septiembre de 2015 en Caracas ante la jueza venezolana Susana Barreiros, para defenderse de las acusaciones de instigación pública, asociación para delinquir y determinación en daño e incendio, aprovechó su alegato público para recordar el cumpleaños de Manuela Rafaela, su hija mayor.
“Si me deja libre, iré al cumpleaños de mi hija Manuela, me casaré de nuevo con mi esposa y saldré a recorrer Venezuela. Si me condena, saldré con la cabeza bien alta. Va a tener usted más miedo de escribir esa sentencia que yo de recibirla”, advirtió López a Barreiros.
Frente a la expectativa mundial, Barreiros condenó a López a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión, por encabezar masivas, sangrientas y mortales protestas en contra del gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en febrero de 2014.
Ante una multitud opositora en una calle de Caracas, López se entregó el 18 de febrero de 2014 a la Guardia Nacional Bolivariana y fue recluido y aislado en Ramo Verde, cárcel militar al sur de esa capital desde la que, cada vez que pudo, denunció sufrir torturas y maltratos.
López no logró asistir al cumpleaños de Manuela Rafaela, primogénita de su matrimonio en 2017 con la venezolana Lilian Tintori y hermana mayor de Leopoldo Santiago y Federica Antonieta López Tintori. Tampoco pudo acudir el lunes 22 de enero de 2018 al nacimiento de la menor.
“Es muy duro que no estés aquí conmigo, recibiendo a tu hija”, narró Tintori en su cuenta de Instagram.
Convertido en el más importante preso político venezolano, López sorprendió al mundo al conocerse ayer su sorpresiva salida el viernes de la embajada española en Caracas y su huida hacia Colombia para proseguir rumbo a España. Los detalles del hecho son parte de una historia de secreto y clandestinidad, pero también de reformulación de las debilitadas estructuras opositoras de Venezuela.
Con 80 meses sin libertad, López, de 49 años, economista y principal jerarca del partido Voluntad Popular, podría convertirse en indiscutible y máximo líder de la fragmentada oposición venezolana, por su un abultado expediente signado por una medalla: el presidio político.
López recibió el beneficio de casa por cárcel a partir del sábado 8 de julio de 2017 luego de 40 meses y 20 días en Ramo Verde. Sonriente y con la bandera de Venezuela en sus manos, López subió ese día al techo de su residencia y saludó a un numeroso grupo de personas que acudió a las afueras de su hogar.
El martes 30 de abril de 2019, y en una sacudida a Venezuela, López apareció en una calle caraqueña para respaldar lo que derivó en un fallido alzamiento militar contra el régimen que desde 1999 gobierna en esa nación. Ante el fracaso, se asiló primero en la embajada de Chile en Caracas y luego en la de España, donde estuvo hasta el viernes pasado.
“No seamos neutrales ante la opresión y la injusticia”, tuiteó López en uno de sus tres últimos mensajes desde la embajada española.
“Es momento de definiciones para el mundo democrático”, sentenció, al felicitar a la oposición de Bielorrusia porque el Parlamento Europeo le confirió el Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia y que en 2017 se le otorgó a la oposición venezolana y a López y demás presos políticos de Venezuela.
Parafraseando al clérigo y pacifista sudafricano Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz 1984, escribió: “Si eliges ser neutral en situaciones de justicia, has elegido el lado del opresor”.