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La tragedia, la muerte, el dolor y la vulnerabilidad de los damnificados por los sismos de septiembre en México , son expuestos en una serie de grabados del pintor chiapaneco Enrique Díaz , que ha donado algunas de esas obras a cambio de ayuda humanitaria en la actual situación de emergencia.
Los trazos vigorosos del artista originario de Jiquipilas, uno de los municipios más golpeados en Chiapas por el sismo magnitud 8.2 del 7 se septiembre, muestran el desgarramiento por las pérdidas humanas bajo los escombros, la destrucción del patrimonio y "el futuro truncado de raíz por la naturaleza".
En otro sentido, las imágenes exaltan la unidad, la solidaridad y la esperanza de los mexicanos que han participado en la búsqueda y rescate de las víctimas y sobrevivientes atrapados entre los hierros, el concreto, la angustia y el miedo de morir, cuenta Enrique, un creador que se ha involucrado también con su obra en las luchas del magisterio disidente, contra el feminicidio y en apoyo a los matrimonios igualitarios.
Del estremecimiento y la empatía que surgieron con el sismo que azotó a Chiapas y Oaxaca , en la primera semana de septiembre y 12 días después con el segundo terremoto que cimbró a la Ciudad de México y estados vecinos, surgió el grabado que representa a los héroes anónimos y la memoria de las víctimas y lesionados.
La segunda imagen es la de una madre que carga en la espalda al hijo recién nacido. La mujer jala con una mano a quien pudiera ser su esposo o hermano y lo saca de entre los escombros. A la madre-esposa- hermana la asiste un perro, "símbolo del nagual protector que acompaña a todas las familias, en cada hogar mexicano"', detalla el artista plástico.
El grabado Fuerza Chiapas refleja el vigor solidario de un hombre y una mujer, que tiran de una soga para ayudar a una persona debajo de la casa caída.
El pintor comentó que las figuras "son muy limpias en blanco y negro para representar claramente la unidad que existe cuando suceden las catástrofes y cómo nuestra sociedad se une". La línea de la pared son las bardas derruidas, que insinúan ruinas mayas como origen de nuestra raíz.
En otro grabado, Díaz delineó a una niña sentada con la mirada perdida ante un futuro, "de por sí incierto", pero ahora más sola que nunca, ya que después de la tragedia, poca gente se preocupa por los niños, la pérdida de sus familiares y sus mascotas.
"Después de un sismo la vida y los sueños infantiles nunca volverán a ser los mismos", lamentó.
El artista grabó también el icónico puño cerrado y en alto, como símbolo del silencio que pedían los rescatistas para escuchar a los sobrevivientes atrapados , y que también, según su concepción estética funde el poder y la unidad del México unido y solidario.
sjno