El gobierno federal había evitado pronunciarse por el multihomicidio de cinco personas en la colonia Narvarte, Distrito Federal, hasta que en una carta 500 escritores, periodistas y artistas de todo el mundo exigieron al Presidente de la República garantías para la libertad de expresión, que se refuercen los mecanismos de protección a periodistas y que se investiguen todos los homicidios de decenas de reporteros ocurridos desde el 2000 y que suman más de 100.
Una vez más la presión externa pega fuerte en el corazón de Los Pinos y su titular, Enrique Peña Nieto, junto con otros funcionarios menores (la procuradora General de la República, Arely Gómez, y el subsecretario de Derechos Humanos, Roberto Campa) reaccionan tardíamente, 20 días después, para condenar las agresiones y ataques que van en aumento en contra de periodistas y defensores de derechos humanos. Estos funcionarios prometen que se hará justicia y aseguran que el gobierno tiene un compromiso con la libertad de expresión que, según ellos, se acredita todos los días; sin embargo, en los tres años de la actual administración son 15 los periodistas asesinados y la violencia no cesa.
La carta que recibió Peña Nieto refiere el asesinato ocurrido el 31 de julio en la colonia Narvarte, en donde fueron encontrados los cuerpos con huellas de tortura y tiro de gracia de cinco personas: el periodista Rubén Espinosa, la defensora de derechos humanos Nadia Vera, Alejandra Negrete, Mile Virginia Martín y Yesenia Quiroz. Los dos primeros, el reportero y la activista, habían salido de Veracruz por presiones y amenazas de muerte, sentían que sus vidas estaban en peligro y grabaron videos en donde responsabilizaron al gobernador Javier Duarte de cualquier cosa que les sucediera.
Finalmente su muerte ocurrió en el Distrito Federal, en donde creían que estaban seguros, por lo que es obligada una pulcra y eficaz investigación que determine quiénes son los verdaderos responsables materiales e intelectuales del crimen; pero de lo que Duarte desde ahora sí es culpable es de su irresponsabilidad para gobernar y su negligencia para investigar los homicidios de 12 periodistas en ese violento estado, que también se debate en la miseria extrema, sin dejar de lado las absurdas peticiones del mandatario de que los reporteros se porten bien, cuando son éstos los que enfrentan la represión de autoridades policiales y servidores públicos al mando del gobernador.
Cuántos periodistas más tienen que morir o ser secuestrados, golpeados, torturados, amenazados, para que la autoridad, en todos sus niveles de gobierno, incluidos el judicial y el legislativo, entiendan el importante rol social que juega la prensa en un país que aspira a la democracia.
El trabajo del periodista es investigar, informar, criticar, analizar y opinar sobre todo aquello que está podrido en la sociedad y con eso el periodismo ayuda a combatir los abusos del poder, los excesos de los gobernantes; se denuncian la corrupción, las injusticias y la desigualdad social.
La sociedad reclama y merece una prensa que pueda hacer su trabajo con las máximas libertades, porque sólo así podrá estar mejor informada y tomar las decisiones que más le convengan.
México cuenta con leyes, reglamentos y comisiones que sólo en el papel protegen las libertades de expresión y de prensa, pero las agresiones no pararán mientras los gobernantes no tengan la voluntad política para aceptar la función social que tienen los periodistas.
Entonces hasta que las autoridades entiendan que la prensa es contrapoder y que por el sólo hecho de ser servidores públicos deben ser sujetos del escrutinio y de la investigación de los medios de comunicación, podrá por ende darse una convivencia pacífica entre prensa y gobierno.
Es ese desconocimiento y cerrazón de las autoridades lo que les impide aceptar el rol de la prensa, que no es otra cosa que vigilar las acciones de los gobernantes para que la ciudadanía se cerciore de que ejercen su papel de representantes como es debido. Por esto el periodismo no puede ni debe permitir ser controlado por el gobierno ni manipulado para servir a intereses del poder. Sólo un periodismo libre e independiente será útil en una democracia.
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