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Salón ACME es una feria de arte a la que no hay que ir con prejuicios. A diferencia de sus pares (Zona Maco y Feria Material), lleva la definición de arte a extremos que presionan al espectador a aceptar otras posibilidades.
La oferta más arriesgada de la feria está en su sección de Convocatoria, donde los artistas participantes no son representados por galerías sino que fueron elegidos por un comité curatorial.
En las seis salas de Convocatoria hay temas como la corporalidad, la memoria, la religión, la violencia machista, la crisis climática, la ansiedad y el tema del tráfico de piezas arqueológicas. A continuación, presentamos las obras más peculiares que el público puede ver en la feria.
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Vending Machine es una obra de Enrique Argote, quien además de ser artista, es director de la feria de arte Clavo, que hoy inaugura en Lisboa 46, colonia Juárez. La obra consiste en una máquina expendedora que en vez de vender alimentos, vende pequeñas réplicas de piezas prehispánicas que forman parte de la colección del Museo Nacional de Antropología.
La obra, que tiene un valor de aproximadamente 121 mil pesos, causó sensación entre los asistentes, pues si no se tiene para desembolsar esa suma, es posible adquirir una de las piezas arqueológicas por entre 90 y 98 pesos solamente (con el riesgo de que al ser despachada se rompa).
La máquina sólo acepta monedas, lo que obliga a los asistentes a interrumpir su recorrido para ir a conseguir morralla. Además del cambio hay otra condición, aunque la máquina está surtida, sólo se pueden adquirir un número limitado de piezas por día, así que si se quiere ser parte de esta dinámica, lo ideal sería llegar temprano.
Esta no es la única curiosidad en llamar la atención en Salón ACME. Es más, una jerga sucia hizo más que llamar la atención, porque fue capaz de conmover a un coleccionista que no dudó en pagar 22 mil pesos para hacerla suya.
“Fue la primera que se vendió (de esa sala). Me costó la vida, creí que iba a ser la más difícil de vender”, dijo con sorpresa Roberto, encargado de las ventas de esa sala de exhibición.
Roberto explicó a otros curiosos que la obra sin título de la artista mexicana I-T-Z-E-L representaba el acto de purificación, después de concluir una relación amorosa.
“Me fascina por la cuestión del ritual. O sea, resumir algo tan grande como periodos de transición en algo así, a mí se me hizo impresionante”, agregó Roberto.
Otra pieza que recurrió a un material barato como soporte es la obra que hizo Evelyn Tovar, artista originaria de Bogotá, Colombia, que empleó cajas de cartón para equiparar la destrucción de humedales que sufre su ciudad, con un objeto tan poco resistente.
“Los humedales de Bogotá han ido desapareciendo, ella vive muy cerca de uno y ha visto cómo se ha secado por culpa de las transnacionales. Ella muestra esto en las cajas, con la idea de mostrar lo que se está desechando, lo que va a desaparecer”, explicó la vendedora de arte de la sala en la que se exhibe la pieza.
Para visitar Salón ACME no es necesario venir dispuesto a pagar miles de pesos, pero sí a asistir con la idea de que existen otras posibilidades de hacer y ver el arte.
La feria estará abierta hasta el 11 de febrero, en General Prim 30. El boleto general tiene un costo de 300 pesos.
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