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La mayoría congresional que alcanzó Morena en las elecciones es el más férreo y legítimo, legal y eficaz instrumento que podrá ejercer Andrés Manuel López Obrador si quiere que cristalice su Cuarta Transformación. Si no lo esgrime con la severidad tiránica que requiere, sus palabras quedarán en el aire.
El cataclismo que arrasó a los partidos los dejó fuera de conocimiento. Han estado noqueados. Pero inconformes con su calamitosa situación, comienzan a reaccionar. En algunos casos, las lealtades devienen en traiciones.
Esta posibilidad y/o riesgo ha sido denunciado por el coordinador de los diputados de Morena, Mario Delgado, así como por su dirigente, Yeidckol Polevnsky. Sin ambages, han señalado fundadamente que varios gobernadores tratan de ganar para su causa a legisladores de este partido. Repudian que hagan ese intento a base de “billetazos”.
Este método fue al que apelaron el PRI y sus aliados para hacer mayoría cada vez que lo necesitaron, sobre todo el primero, para la aprobación de las iniciativas que le interesaban por cualquier motivo.
Durante las últimas legislaturas, en que ningún partido era mayoría, corrieron ríos de dinero para conformarla. Todos se hicieron cómplices. Se repartieron un presupuesto ilimitado, obscuro e incontrolado. Sobre esa y otras muchas formas de corrupción encontraron entre ellos todas las coincidencias. Las utilizaron para votar leyes que no siempre beneficiaron a la sociedad.
Sobre esa dinámica, los privilegios, comisiones, bonos, recompensas, moches los convirtieron en incondicionales aliados después de ser acérrimos enemigos. Juntos, en connivencia, actuaron contra la ciudadanía.
Con sus repudiables prácticas se formó una plutocracia legislativa visible, visibilizada y cuestionada, que fue centro de repudio y rechazo colectivo en las urnas, al que no escapó una clase gobernante igualmente prevaricadora.
Mezclados, sin ideología, principios, ética, ni pudor intentaron recrear ese status de beneficios partidistas y grupales en las pasadas elecciones. Lastimada, perceptible, participativa y pacífica, la población les cerró el paso.
Seguro contra su voluntad, aceptaron la sentencia y asumieron sin protestar el lugar en el que los electores los colocaron. Pero eso no significa que estén contentos. Ni mucho menos que se resignen a su “lamentable” condición.
Que su motivación —puramente económica—, de “servir” a la comunidad desde el poder haya sido puesta en perspectiva de ser cambiada en lo inmediato por los congresistas que recién han asumido sus cargos, es lo que provoca la reacción que denuncian Delgado y Polevnsky.
Es la voz de alerta; es apenas el inicio de los embates que suelen darse cuando las transformaciones de un determinado estado de cosas apuntan a ser radicales. Las revoluciones, y la del primero de julio lo es, siempre generan contrarrevoluciones. Surgen los regresionistas, los conservadores, dispuestos a lo que sea para que todo siga igual, en su natural beneficio.
Por eso, es de celebrar que, consciente e inteligentemente, los electores hayan votado por la mayoría de los candidatos al Congreso postulados por Morena. Senadores y diputados serán la primera, segunda y última línea de defensa de las promesas de cambio y mejoría de AMLO. Son la vacuna, blindaje y garantía de su Cuarta Transformación.
Su obligación política y moral de permanente observancia, es construir el andamiaje legal que impida, por un lado, que se obstaculicen, frenen o aborten las mudanzas prometidas; por otro, que se sabotee la nueva composición de poder para tratar de abonar a falsas expectativas de un retorno al pasado, que no va a ocurrir.
Para ello, la mayoría de Morena tiene que hacerse sentir sin contemplaciones, limitaciones ni tentaciones. El electorado dio por hecho que actuará siempre mirando al interés de los más. Otra cosa sería un engaño inaceptable.
Si mira de continuo a ese objetivo, puede actuar como la mayoría tiránica electivo-popular que es por voluntad colectiva. Con apego a esa legalidad-legitimidad, tendría un consenso general incuestionable.
En esa línea debe evitar que la advertencia de Delgado y Polevnsky tenga resultados. Con datos, cifras, personajes y fechas involucrados en la estrategia de “billetazos” que denuncian, sumarían el repudio de millones. En paralelo, debe poner las trancas legales y partidistas para cancelar el repudiable tianguis en el que, sin escrúpulos, se ofrecen algunos supuestos defensores del pueblo.
SOTTO VOCE… La manifestación de estudiantes de ayer marcará la evolución del conflicto que envuelve a la UNAM. Es de esperar que sea para bien. Es urgente, también, analizar a profundidad el concepto de autonomía con ayuda del Poder Legislativo, a fin de promover los cambios legales necesarios y su estricta aplicación para mantener en orden, estabilidad y seguridad a esa institución… La Corte tendrá que bajar más su presupuesto, dada la inconformidad de que sólo descuente 853 millones… de privilegios.