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Como era de esperar, la afición del Atlético de Madrid decidió, por unanimidad, recibir al francés Antoine Griezmann, que volvía al Metropolitano como rival cinco meses después de abandonar el club rojiblanco , de la manera más hostil posible.
No hubo perdón en ningún momento. La hinchada del Wanda , que casi llenó el flamante estadio en una noche, la primera del mes de diciembre, fría y lluviosa, considera una deslealtad la fuga del internacional francés al Barcelona el pasado verano .
Y Griezmann no fue acogido con amabilidad. Todo lo contrario. De hecho, un grupo de aficionados se encargó de tirar basura y varias ratas de peluche sobre la placa que recuerda las cinco temporadas como rojiblanco del delantero una hora antes del comienzo del duelo.
En ese momento, Griezmann ya se encontraba en las entrañas del estadio, un recinto que conoce a la perfección, pero esta vez ubicado en el vestuario visitante, consciente de lo que le esperaba a la salida al terreno de juego.
257 partidos y 133 goles en sus cinco temporadas con los de Diego Simeone pasaron a un segundo plano en el Wanda . Griezmann llegó al Metropolitano tranquilo. Con su mate en la mano derecha, absorto con sus cascos inalámbricos en los oídos y mochila a la espalda, enfiló, vestido con el atuendo juvenil de desplazamiento de los barcelonistas, el largo pasillo que conduce a las casetas.
Media hora antes del pitido inicial saltó con sus compañeros al césped. Fue entonces cuando se desataron los peores impulsos de la grada, la que ocupa el Frente Atlético . "Griezmann muérete, Griezmann muérete" , se escuchó desde esa zona.
De igual formal, la silbada fue estruendosa cuando se anunció su nombre en la alineación visitante desde megafonía, e igualmente sonora resultó cada vez que tocaba un balón. Así durante todo el encuentro.
El francés no se dejó intimidar. Llegó a la capital de España preparado para esa recepción. Sin embargo, situado la mayor parte del tiempo en la banda izquierda del ataque barcelonista, acompañando a Messi y Luis Suárez , su influencia en el juego fue pobre.
"Querías tener un nombre y se te olvidó ser hombre", desplegó el Fondo Sur en una pancarta en la segunda mitad. Por entonces, Griezmann seguía desaparecido en el verde. No había noticias de él. Un pase en profundidad a Luis Suaréz en el primer acto, fue uno de los pocos testimonios de su enorme calidad. Griezmann estuvo, en general, poco activo, poco influyente. De momento, no es el mismo que era en el Atlético.
Un zurdazo suyo entro del área de Oblak en el minuto 69, tras un contragolpe perfectamente conducido por Messi, que aguantó dos tarascadas, provocó otra broca monumental. El balón salió alto, por encima de larguero del cancerbero esloveno.
La amarga noche de Griezmann la endulzó Messi. La enésima genialidad del argentino, muy cerca ya del final, dio la victoria al Barcelona (0-1). Messi no sorprendió con una nueva acción decisiva, pero sí con sus gestos hacia la grada en la celebración del tanto.
La diana y los tres puntos, que aupan al liderato al Barcelona, es lo que se lleva Griezmann en su regreso al Wanda. Todo lo demás fue para él muy desagradable, pero en el futbol lo que cuenta son los puntos y los goles, y el Barcelona se hizo con todo.