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Cruz Azul
ganó en la ida de la Liga de Campeones de Concacaf ante el Forge de Canadá . Pero sigue sin convencer.
La Máquina
apenas le ganó 0-1 a un club que tiene cuatro años de historia, que tenía tres meses sin jugar un partido oficial. Muy poco, otra vez, para un club de la prosapia de los cementeros.
Quizá fue el clima, el viento, la cancha sintética, pero Cruz Azul , a pesar de no haber llevado a su mejor cuadro, tenía y debía pasar sobre un cuadro canadiense que no se acerca ni un poco a lo que hace la selección nacional de su país.
El gol de la victoria cayó de forma fortuita. El venezolano Rómulo Otero disparó de larga distancia, de muy larga distancia, con el viento el balón le hizo un extraño al portero y entró a la portería (30’).
Los canadienses mostraron ser un equipo rudo, de los de antes, mucho choque, poca inspiración, pero a pesar de esos llegaron en alguna ocasión a la portería que defendió en esta ocasión Sebastián Jurado.
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Por lo menos Cruz Azul no sufrió tanto, al final del juego, como lo hace en la Liga, hasta puede decirse que debió de ampliar el marcador, pero la definición no es el fuerte de este equipo cementero.
La vuelta será el 23 de febrero en la cancha del Estadio Azteca, y si no hay nada raro, si no hay exceso de confianza, los azules deberán de estar en los cuartos de final de la C onchampions.