Ayer se dio a conocer que fue detenida la joven influencer conocida como Marianne, por apuñalar con un cuchillo en el cuello a la actual novia de su expareja, en un edificio residencial del sur de la Ciudad de México. Al leer la nota en redes sentí profunda tristeza por ambas chicas, pero honestamente pensé en el caso como algo lejano a mi cotidianeidad. Horas más tarde me enteraría de que era la historia de una jovencita que compartió varios espacios con personas a quienes conozco bien e incluso aprecio. Resulta inevitable preguntar ¿cuáles son los incentivos de ejercer violencia que tienen algunas figuras jóvenes que como Marianne han tocado el umbral de la fama desde su teléfono celular?

En los últimos años, ser influencer se ha convertido en un trabajo de tiempo completo para jóvenes y un modelo de vida soñado para las niñas y niños. La sociedad ha hecho lo suyo, al normalizar la existencia y posición de poder que adquieren quienes tienen influencia en las redes sociales. ¿Nos hemos detenido a pensar qué es todo eso que se construye alrededor de la figura del o de la influencer? ¿qué precio están dispuestos a pagar a cambio de sentirse vistos y seguidos?

Apenas hace unos días fue sentenciado a 17 años de prisión el incluencer Fofo Márquez, quien fue encontrado culpable del delito de feminicidio en grado de tentativa por haber golpeado a una mujer en Naucalpan de Juárez el año pasado. ¿El motivo? Un incidente de tránsito. Pero nuevamente la pregunta es pertinente, ¿cuál es el factor que llevó a Fofo Márquez a pensar que no habría consecuencias? De alguna forma el caso de Fofo Márquez y el de Marianne guardan una estrecha relación con el papel que desempeñan como personajes en las redes sociales.

Pongamos atención a lo que importa. Para tener luz sobre aquello que están viviendo las juventudes en estos tiempos tuve una sencilla, pero reveladora conversación con Tania Ramírez Hernández, quien es la Directora de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).

Tania no escatima en asentir cuando le pregunto si podemos afirmar que en México hay una crisis de violencias en las juventudes. Pero al hablar de los actos de violencia que vemos en los casos de Fofo Márquez y de Marianne, Tania afirma que “mucho tiene que ver con el deseo de impactar/causar shock para llamar atención”. Y entonces me vuelvo a preguntar, ¿están condenadas las juventudes a vivir sin conducción ni acompañamiento en medio del poder que les ha dado la fama de su celular?

Para Tania Ramírez no es tan claro si debería existir una campaña o políticas públicas para evitar la violencia en las juventudes: “me cuestiono si realmente pueden tener un impacto y la influencia entre los jóvenes”. En el último año y sobre todo en las últimas semanas hemos visto una fuerte campaña del gobierno federal que llama a los jóvenes a no drogarse sino a mejor decidir ser felices. La falacia de esta campaña radica en que jóvenes como Fofo Márquez y Marianne –al menos públicamente- no eran afectos a las drogas y en sus redes sociales presumían una vida feliz. Y sí, aun así, cometieron un acto de violencia que en el caso de ambos destruirá su proyecto de vida en el corto plazo.

Más allá de la evidente responsabilidad que hay por los actos de Fofo Márquez y Marianne, ¿qué estamos haciendo como sociedad para incentivar este tipo de violencias? Mejor aún, ¿qué están haciendo los tres niveles de gobierno para hablarle a estos jóvenes sobre su rol en este contexto de violencia generalizada?

A esto hay que sumar a las víctimas que son niños, niñas y adolescentes. Según el “Balance Anual REDIM 2024”, de enero a noviembre de 2024, fueron asesinadas 2,243 personas menores de edad, lo que representó un aumento de 6.5% respecto al mismo periodo en 2023. En el mismo periodo, se registraron 73 feminicidios de menores, cinco casos más que en 2023. Los homicidios tocan la vida de las juventudes, por más que tratemos de distanciarnos de esta dura realidad. No alcanzan estos datos, sin embargo, para generalizar y sostener que hay incentivos para ejercer violencia a cambio de fama, tampoco se trata de que la conversación se concentre en el morbo de ver a dos influencers tras las rejas, sino que estamos obligados a reflexionar sobre cómo ofrecemos a las juventudes alternativas de liderazgo libres de una violencia que cada vez parece ser más diversa y más impactante.

@MaiteAzuela

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