Tras la publicación de los datos oficiales de incidencia delictiva de diciembre se puede concluir que 2024 se posicionó como uno de los años más violentos de la historia de nuestro país.

Si se comparan los datos anuales de carpetas de investigación de homicidio doloso, 2024 ocupa el octavo lugar como el de mayor tasa de homicidios dolosos.

Entre 2023 y 2024 no hubo avances significativos; con base en la información oficial, en 2023 y 2024 hubo una disminución de apenas 0.27% de las carpetas de investigación de homicidio doloso, mientras que la tasa de víctimas creció 0.22%.

Con base en los datos públicos oficiales, el sexenio del expresidente López Obrador cerró como el de mayor tasa tanto de carpetas de investigación como de víctimas de homicidio doloso -pese a ser un sexenio de 70 meses y no de 72, como el de sus antecesores-.

El sexenio pasado cerró con una tasa total por cada 100 mil habitantes de 128.03 carpetas investigación de homicidio doloso, ello corresponde a una tasa de 150.6 víctimas.

Si comparamos los datos sexenales desde que se tienen registros, el sexenio de Fox cerró con una tasa total de 71.03 averiguaciones previas por homicidio doloso, el de Calderón con 90.26 carpetas de investigación, el de Peña 102.37 y el de López con 128.03.

Por lo que refiere a los delitos que atentan contra la vida, 2024 se posicionó como el segundo de mayor tasa, sólo detrás de 2023.

Además, 2024 se posicionó como el año con el mayor número de personas desaparecidas desde 1964. El año cerró con un total de 13,596 personas desaparecidas, lo que equivale a un 32% más que 2023 que, dicho sea de paso, se posicionó como el segundo año con más personas desaparecidas desde que existen registros.

Para entender cómo es posible que en nuestro país año con año se sumen más de 30 mil víctimas de homicidio, más de 15 mil víctimas de delitos que atentan contra la vida y más de 13 mil víctimas de desapariciones de personas, debemos analizar cómo se comportan delitos como las extorsiones; el narcotráfico y el narcomenudeo; el tráfico y la trata de personas; las privaciones ilegales de la libertad; los robos a transporte de carga, de hidrocarburo y al sector productivo; el contrabando y la piratería, entre muchos otros.

Delitos que generan descomposición social, terror y permiten el control de territorios completos a la delincuencia.

Si se busca que en 2025 finalmente veamos una flexión significativa de la violencia, es tarea de las diversas autoridades atender la cadena de aspectos que permiten tal ocurrencia y tener en consideración hechos puntuales que inciden en su crecimiento.

Hechos como la guerra intestina del Cártel de Sinaloa, el recrudecimiento de la violencia en Chiapas y Tabasco, el incremento del consumo de sustancias en nuestro país, el crecimiento del número de jóvenes que se involucran en la delincuencia y la política de deportaciones masivas desde Estados Unidos puesta en marcha por el presidente Trump, agregarán complejidad a la tarea de reducir y sancionar los delitos.

Por ello, si el objetivo es la reducción de delitos para 2025, la salvaguarda de las personas en nuestro país, se debe incluir en la estrategia de seguridad una adecuada articulación entre autoridades; se deben crecer los recursos destinados a la seguridad y a la procuración de justicia; se debe establecer mecanismos efectivos de cooperación con los gobiernos extranjeros -particularmente con el de los Estados Unidos.

Sin ello, lo más probable es que al cierre de 2025 se mantengan los índices delictivos y de violencia de 2024 o incluso puedan ser aún más graves.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano. @FraRivasCol

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