Como especie, nos tomó más de veinte años ponernos de acuerdo en un concepto de sustentabilidad que fuese universalmente válido; el Informe Brundtland, publicado en 1987, nos permitió definir esta palabra. Conciliar una definición tomó muchos años, por ello no sorprende que haya tomado décadas marcar el rumbo a seguir en las cumbres internacionales donde se abordan temas ambientales y, peor aún, en la actualidad sigue habiendo países que, aún en el supuesto de estar comprometidos, no cumplen con las metas ambientales propuestas. Esa fue una de las conclusiones de la COP 26, llevada a cabo en noviembre del año pasado. Como consecuencia, la contaminación en el mundo sigue creciendo. Aún antes del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ya era difícil alcanzar las metas de los Acuerdos de París , que buscan reducir la emisión de gases de efecto invernadero y, en 2050, eliminar totalmente el consumo de carbón. La actual crisis tendrá un efecto perverso en el largo plazo: nos alejamos cada vez más del cumplimiento de dichos objetivos.
La invasión Rusa estresó los mercados internacionales de energía. Empezando por el de gas natural, insumo básico para la generación de electricidad. Esto está provocando que algunas centrales generadoras de electricidad basadas en la quema de carbón estén en el radar de países europeos como una alternativa para enfrentar la crisis. El Carbón es mucho más contaminante que el gas natural, por lo que su uso irremediablemente incrementarás la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y con ello el calentamiento global se acelerará. Esta es una consecuencia de este conflicto bélico.
El cambio climático, por lo tanto, seguirá siendo un tema del que hablaremos en las siguientes décadas. Los climas cada vez extremos, que se manifiestan a través de temperaturas cada vez mas altas, de lluvias más extremas, así como de heladas en lugares donde casi no ocurrían, nos seguirán acompañando durante muchos años. Aunque la mayoría de las instituciones internacionales, como Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y otros, así como los foros que reunen a empresarios, reconocen los riesgos para la economía que el cambio climático trae consigo, lo cierto es que no estamos dando los pasos necesarios para combatir a la mayor amenaza que ha enfrentado la humanidad.
El problema no es sólo la emisión de GEI, sino la contaminación por plásticos de tierras y mares, por la contaminación y agotamiento de los cuerpos de agua dulce, así como por la degradación de los diversos ecosistemas. En pocas palabras, la degradación ambiental se suma a la emisión de GEI y se retroalimentan mutuamente. A pesar de que es de sobra conocido el efecto de lo que como humanidad estamos haciendo, lo cierto es que no estamos dando los pasos para revertir este problema. Por el contrario, conflictos como el que está afectando al mundo entero, lo está acelerando.
Lo más probable es que se tendrá que ocurrir una catástrofe mundial, donde mucha gente empiece a morir como consecuencia del cambio climático, para tomar medidas efectivas. Esto implicará detener de golpe el uso de combustibles fósiles, que se podría reflejar en menor generación de electricidad, suspensión de la mayoría de los medios de transporte: aéreo, ferroviario, carretero y pluvial, con un dramático impacto en la economía mundial. Los efectos económicos empequeñecerán las crisis que hemos vivido en el paso reciente: la de 1929, la de 2008 y la del confinamiento. Muchos pensamos que estamos a tiempo de detener la catástrofe que se avecina, pero no estamos dando los pasos necesarios para hacerlo.
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La inflación en Estados Unidos esta siendo superior a la de México. Ello obedece en gran medida al subsidio a la gasolina en nuestro país, que está teniendo un costo fiscal de auténtico escándalo. El efecto positivo es que los precios están subiendo menos que otros países, por lo menos así lo reporta el INEGI, sin embargo, tarde o temprano pagaremos las consecuencias; una ya está ocurriendo: el golpe a las finanzas públicas es brutal, el otro es que no estamos contribuyendo al cumplimiento de los acuerdos de Paris sino por el contrario, se fomenta el uso de vehículos que emiten GEI.
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