Tiempo de Matar (A Time to Kill, 1996) es una película estadounidense que narra la historia de Carl Lee Hailey (Samuel L. Jackson), un hombre afroamericano que decide hacer justicia por su propia mano tras la brutal violación e intento de asesinato de su hija de diez años a manos de dos hombres blancos.

Después de balacearlos, Carl Lee es arrestado y enfrenta un juicio por homicidio en un entorno profundamente marcado por el racismo y la tensión social en un pueblo ficticio del estado de Misisipi.

Su defensa recae en Jake Brigance (Matthew McConaughey), un joven abogado idealista que, junto con su asistente Ellen Roark (Sandra Bullock), debe enfrentarse a la hostilidad de la comunidad, la amenaza del Ku Klux Klan y un sistema judicial lleno de prejuicios, con el objetivo de evitar la pena de muerte para su cliente.

La columna vertebral de la película es el juicio. A lo largo de la trama, el espectador no ve cómo la defensa podría convencer a un jurado blanco de declarar inocente a un hombre negro que asesinó a sangre fría a dos personas blancas.

La gran vuelta de tuerca llega al final. En su alegato de cierre, Jake Brigance narra con lujo de detalle la brutal agresión sufrida por la niña de raza negra a manos de sus agresores, y remata con una frase demoledora: “Ahora imaginen que es blanca”. Esa defensa afirmativa del asesinato premeditado no representa una victoria de la tolerancia; representa, más bien, una prueba irrefutable del racismo sistémico.

El giro no es moral, es emocional. Jake obliga al jurado a imaginar el crimen desde una perspectiva distinta: no la de un hombre negro vengando a su hija, sino la de un padre cualquiera buscando justicia. Solo entonces logran empatizar… y Carl Lee Hailey es declarado inocente.

Por ahora, dejemos atrás a Hollywood y pasemos al tema candente de la semana:

Hernán Bermúdez, secretario de Seguridad Pública de Tabasco —nombrado en su momento por Adán Augusto López Hernández (hoy líder de Morena en el Senado)— está prófugo y tiene orden de arresto por supuestamente liderar al grupo criminal denominado “La Barredora” dedicado al narcotráfico y robo de hidrocarburos, entre otras cosas.

¿Y qué dijo el senador López Hernández después de varios días de silencio y de no presentarse en el Senado? “Estoy a la orden de cualquier autoridad que solicite mi presencia”. ¡Caray! Muchas gracias, faltaba menos.

¿Y qué dijo Morena al respecto? Que el senador en cuestión no tiene nada que aclarar, que esto es golpeteo político y que el caso es un ataque mediático orquestado.

A diferencia del cine, el juicio se suspende cuando el acusado es “de los nuestros”. En el caso de Genaro García Luna, Morena fue implacable y categórica: era imposible que su jefe no supiera. Exigieron explicaciones y sentenciaron mediáticamente a Felipe Calderón por omisión o complicidad.

Hoy, cuando el exsecretario de Seguridad Pública del entonces gobernador Adán Augusto López Hernández es prófugo internacional, buscado por Interpol, acusado de liderar una red criminal ligada al CJNG y al huachicol, los mismos que pedían explicaciones ahora fruncen el ceño: “No tiene nada que aclarar”, dicen.

El doble rasero es brutal. El problema no es si Adán Augusto sabía o no, sino que Morena actúe como si la gravedad del delito dependiera del color de quien lo comete o de a quién sirve.

Y aquí es donde la ficción ilumina la realidad. En Tiempo de Matar, Jake Brigance logra torcer el juicio al apelar a la empatía del jurado: “Ahora imaginen que es blanca”, dice.

Cerraré esta columna como el abogado Brigance, pero adaptado al teatro político nacional.

Señores y señoras de Morena: “Ahora imaginen que es de otro partido político”.

Postdata I

Adán Augusto aporta para su defensa en medios el haber obtenido buenos resultados en materia de Seguridad Pública durante su gestión como gobernador de Tabasco.

Démosles contexto a esas palabras: cuando Édgar Veytia —apodado El Diablo— fue fiscal de Nayarit (2011–2016), los homicidios bajaron de forma dramática. ¿Dónde está Veytia hoy? Preso en Estados Unidos, sentenciado por narcotráfico.

A eso se le llama Pax Narca. Y no, no es una buena defensa.

Postdata II

Mientras que en Tabasco se registraron 1,744 homicidios, entre el 2013 y el 2018, con Adán Augusto y Carlos Merino (que lo sustituyó en 2021 cuando se fue como secretario de Gobernación), la cifra llegó a 3,198 asesinatos, entre el 2019 y el 2024, un alza del 83%.

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