En las últimas semanas, el debate sobre la producción de fentanilo en México ha tomado un lugar central en la agenda pública, intensificado por reportajes de medios internacionales como The New York Times, entre otros.

En particular, el reportaje titulado “Así es un laboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa” pone de relieve evidencia visual y testimonios que sugieren que el fentanilo se sintetiza en nuestro territorio nacional, bajo condiciones rudimentarias pero efectivas, por integrantes de grupos delictivos. Sin embargo, la respuesta del gobierno mexicano ha sido marcada por un profundo escepticismo que plantea interrogantes importantes.

La información publicada incluye un video en el que se observa a personas manipulando sustancias químicas en una cocina casera adaptada como laboratorio. Las imágenes muestran ollas sobre una estufa con un líquido blanco hirviendo y un extractor de vapores, así como un recipiente de aluminio con un polvo azul identificado como posible fentanilo. A pesar de la falta de medidas de protección adecuadas y el carácter improvisado del espacio, el proceso ilustra la producción de drogas sintéticas con un alto valor de mercado y una muy desafortunada letalidad comprobada.

El gobierno federal, sin embargo, ha mantenido una postura de total rechazo frente a esta narrativa. Insiste en que la mayor parte del fentanilo que ingresa a México proviene del extranjero y que nuestro país actúa como un punto de tránsito y no como un productor. Este argumento contrasta con la evidencia presentada por distintas investigaciones que vinculan a cárteles mexicanos con la síntesis de esta sustancia.

Ahora, por años hemos visto múltiples imágenes de laboratorios (activos o inactivos) montados en zonas remotas en medio de la nada, en los cuales se producen drogas sintéticas, principalmente metanfetaminas, bajo condiciones paupérrimas en materia de seguridad e higiene. ¿De verdad es tan difícil suponer que también se puedan montar para la producción de fentanilo?

Inclusive, un documento oficial del gobierno federal titulado “Reporte de la incidencia delictiva y avances de la estrategia” con fecha del 17 de diciembre de 2024, describe lo siguiente:

Lámina No.16: En Baja California, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Querétaro y Sinaloa se han detectado 69 laboratorios clandestinos de metanfetamina para la elaboración de droga sintética, asegurando 137,189 litros y 17,521 kilogramos de sustancias químicas, 51 reactores de síntesis orgánica, 62 condensadores y 10 destiladores.

Lámina No.23: En tres acciones operativas distintas, se logró la detención de Elier Jassiel “N” y Javier Alonso “N” en Guasave, Sinaloa. Ambos se encargaban de la producción y tráfico de fentanilo. Se logró el aseguramiento de más de una tonelada de fentanilo.

Lámina No.26: Se aseguraron 16 mil litros de un precursor químico utilizado para la fabricación de metanfetamina en un tractocamión detenido en flagrancia.

Lámina No.28: En Los Mochis, Sinaloa, se logró la detención de Adrián "N", vinculado con la elaboración de fentanilo. Se le aseguró un kilogramo de pastillas de fentanilo.

Entonces, ¿por qué se resiste el gobierno a aceptar esta realidad? La respuesta es sencilla: las implicaciones que este reconocimiento tendría en las relaciones bilaterales con Estados Unidos.

Aceptar la producción de fentanilo en México intensificaría la presión para que se tomen medidas más contundentes contra el narcotráfico, mucho del cual cuenta con protección institucional. Además, el reconocimiento de la producción local podría agregarse como un fracaso más en la política de seguridad del sexenio pasado.

Otra arista de esta resistencia podría estar vinculada al control narrativo que se ha mantenido desde 2019. Admitir la existencia de laboratorios de fentanilo en México debilita la postura del país como víctima del narcotráfico global y lo posiciona como un actor preponderante en la cadena de suministro.

Invariablemente, en algún momento y en algún lugar, va a ser imposible el seguir negando que el fentanilo es producido en nuestro territorio. Y cuando eso ocurra, la pregunta no será si lo sabían, sino por qué lo callaron… al tiempo.

POSTDATA – Acorde a la organización Causa en Común, en promedio, un policía al día fue asesinado en nuestro país en 2023. Esto sería un verdadero escándalo en cualquier país del primer mundo.

Consultor en seguridad y manejo de crisis

@CarlosSeoaneN

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