A pesar de los avances legislativos que ha habido, y la presencia de las mujeres en el Congreso,la diputada de Movimiento Ciudadano (MC) Martha Tagle sostiene que persisten las resistencias para avanzar en la agenda feminista en el país.
La legisladora sostiene, en entrevista con EL UNIVERSAL, que las resistencias siguen ahí y en algunos temas son más grandes que en otros, pero los hombres se están empezando a medir, porque, añade, ahora tiene un costo político oponerse.
“No basta con que las mujeres estemos en el poder, sino que tengamos poder. Nos falta transformarlo para que hablemos de una paridad sustantiva y no sólo de números. Las mujeres vamos a tener el poder cuando cambiemos la configuración de estos espacios. Esto se reproduce en todos los órganos colegiados: aunque haya presencia paritaria de las mujeres, los órganos de decisión son de hombres”, ataja.
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Considera que ahora que las mujeres tienen una presencia más importante en los espacios de toma de decisiones, se busca que su visión incida sobre temas de gran calado, como el de la seguridad pública. Formalmente, advierte, ningún partido va a decir que está en contra de la participación de las mujeres, pero desde dentro persisten los chantajes, las amenazas y la violencia política para no dejarlas ocupar cargos en sus propios partidos.
Tagle es poblana, feminista y politóloga; ha sido catedrática en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, ponente ante Naciones Unidas en torno a la situación jurídica de las mujeres en México y ha impulsado la agenda en pro de la mujer desde su labor legislativa y a través de diversas redes.
A un año de que termine, ¿cuál es el balance sobre la Legislatura de la paridad?
—Es muy importante que lleguen las mujeres al Congreso, porque se reconoce su derecho de tomar parte de las decisiones más importantes y han logrado poner en la agenda temas que de otra manera no se estarían discutiendo: paridad en todo, violencia política. Además, en las comisiones, las más activas son presididas por mujeres, y en tribuna hay una presencia constante.
¿Persisten problemas?
—Uno es la falta de experiencia que dificulta siempre las cosas, aunque eso es algo que se resuelve. Las mujeres lo único que necesitamos es apurar la curva de aprendizaje, los hombres nos llevan varias vueltas de ventaja porque varios de ellos han pasado muchas veces por los mismos cargos y tienen más experiencia. Y la única manera de aprender a ejercer un cargo es ejerciéndolo.
En lo estructural, las mujeres enfrentan brechas de desigualdad, tienen una serie de tareas de cuidados y responsabilidades que los hombres no tienen, y que no importa el cargo en el que estés, aunque seas diputada, las vas a seguir teniendo. Eso se tiene que resolver desde la parte estructural de la política, porque también limita a las mujeres a formar parte de los órganos más importantes de decisión de la Cámara [Baja], que es la Junta de Coordinación Política [Jucopo].
En la Jucopo sólo hay una coordinadora. Hay más acceso, pero persisten espacios en donde aún no se les permite el paso...
—Alcanzamos la paridad, las mujeres presiden las comisiones más importantes y con trabajo refrendan su compromiso diario, pero todo se topa con la Jucopo. Incluso, aunque la Mesa Directiva tenga más mujeres que hombres, a final de cuentas quienes siguen teniendo el control y el poder son los hombres.
La Jucopo, ese espacio donde se decide qué temas van a salir y se toman todas las decisiones más importantes, es un espacio dominado por hombres. Como anécdota curiosa: sólo tiene un baño y es para hombres (…) porque es un espacio que nunca se pensó que pudiera ser ocupado por mujeres.
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Hay temas estructurales: se exige al coordinador del grupo parlamentario que tenga disponibilidad de 24/7, pero esas son las formas masculinas de la política que limitan a las mujeres, pero además la vida interna de los partidos, que deciden quiénes van a ser los coordinadores, es dirigida por hombres que eligen a hombres que los representen.
¿La paridad no basta?
—No basta con que las mujeres estemos en el poder, sino que tengamos poder. Nos falta transformarlo para que hablemos de una paridad sustantiva y no sólo de números. Las mujeres vamos a tener el poder cuando cambiemos la configuración de estos espacios. Esto se reproduce en todos los órganos colegiados: aunque haya presencia paritaria de las mujeres, los órganos de decisión [están a cargo] de hombres.
¿Cuál es la diferencia en el ejercicio del poder entre hombres y mujeres?
—Ahora que tenemos una presencia más importante en los espacios de toma de decisiones, se busca que las mujeres lleguemos con nuestros temas y forma de ver, como en el de la seguridad.
Necesitamos más mujeres para tomar decisiones que sean distintas: legislar sobre cuidados y los derechos de las trabajadoras del hogar, porque sabemos que sin ellas muchas mujeres simple y sencillamente no podrían trabajar, o los impuestos sobre los productos de higiene menstrual.
Para los hombres la pregunta era: “¿Por qué tenemos que hablar de eso en la Cámara?”. Bueno, porque pasan por nuestra vida y porque menstruar tiene un costo y un impuesto que solamente pagamos las mujeres.
Falta mucho, pero estamos poniendo sobre la mesa temas que tienen que ver con las mujeres, [y que] se tienen que atender desde la política pública, porque nos beneficia a todos.
¿Ha habido resistencias?
—Siguen ahí, y en algunos temas son más grandes, pero los hombres se están empezando a medir más, porque hay un discurso de lo políticamente correcto.
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Son resistencias que se viven, pero no se expresan, porque hacerlo tiene un costo político que cada vez es más grande y que ellos no quieren pagar, la presencia de las mujeres es cada vez más importante y cada vez hay menos de nosotras dispuestas a quedarse calladas, a conformarse y no ser valoradas.
¿Cómo se expresan en la política?
—Formalmente ningún partido va a decir que está en contra de la participación de las mujeres, pero desde dentro vemos los chantajes, las amenazas, la violencia política para no dejarlas ocupar cargos en sus propios partidos. Públicamente, a los partidos los vas a ver dando mensajes a favor de los derechos de las mujeres, aunque por atrás estén haciéndoles la vida imposibles a sus propias compañeras.
¿Le preocupa que los políticos se puedan colgar de la agenda de las mujeres para impulsar sus campañas?
—Va a haber la intención de usarla, porque el único movimiento permanente, activo y presente en esta administración es el de las mujeres, siguen manifestándose y manteniendo una presencia permanente; los partidos políticos han identificado que tienen que hablarles a ellas.
El gran reto es desmontar lo que sólo significa usar una causa e identificar realmente quienes tienen un compromiso serio con la agenda. Es fácil llevarlo como bandera, pero en los hechos podemos ver la actuación sobre el tema: el apoyo a las reformas, a los presupuestos y cuál ha sido su posición. Eso implica un trabajo y un voto de mayor conciencia.