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Señor Director:
En su fábula publicada el domingo 2 de agosto en el diario EL UNIVERSAL, la Sra. Sabina Berman construye, de nueva cuenta, una historia falsa y que atiende a intereses ajenos al periodismo.
Con este nuevo texto, la Sra. Berman demuestra que su mezquindad no tiene límites, pues es en verdad penoso y lamentable que utilice las pérdidas de vidas y el sufrimiento de una familia, que como muchas otras en México atraviesan momentos retadores, para lucrar y avanzar revanchas personales, motivadas exclusivamente por un tema económico.
Para entender las críticas de la Sra. Berman hacia Grupo Salinas y el señor Ricardo Salinas Pliego, primero hay que entender el contexto en que estas se dan: por más de 10 años, ella colaboró en TV Azteca, en donde siempre recibió un trato cordial y nunca fue censurada o limitada en su libertad de expresión. Sobra decir que, a lo largo de ese periodo, jamás tuvo una sola crítica hacia Grupo Salinas o hacia el señor Salinas Pliego.
Desde luego, su interés personal en seguir cobrando estaba muy por encima de su conciencia y su capacidad analítica y crítica. A decir verdad, sus programas siempre fueron mediocres y de poco interés para la audiencia, motivo por el cual fue necesario prescindir de sus servicios. En vista a su actitud hoy, fue un error que su salida no haya tenido lugar antes.
Fue así que, desde que dejó de recibir dinero por parte de Grupo Salinas, por arte de magia, se transformó en una dura crítica de la empresa que alguna vez fue su hogar, así como de su dueño, quien le abrió las puertas y dio trabajo por más de una década. Vaya paradoja: tras ser despedida, finalmente pudo ‘ver la luz’.
Todo lo anterior revela la cara verdadera de la Sra. Berman: una persona amargada e ingrata, siempre al servicio del dinero e impulsando agendas personales. Quienes ahora la subvencionan deben tomar nota de su actitud mercenaria y olvidadiza hacia quienes le apoyaron en el pasado.
Desde luego, expresamos nuestras sinceras condolencias con los familiares de nuestra colaboradora. Informamos que en todo momento hemos mantenido el contacto con ellos; cuentan con nuestra solidaridad y acompañamiento en estos momentos difíciles.
La salud de nuestros colaboradores y clientes es la más alta prioridad y es por ello que, desde el inicio de la emergencia sanitaria, implementamos protocolos de atención a posibles casos de COVID-19, mismos que se siguieron al pie de la letra en el caso que usted refiere.
Asimismo, como ya lo hemos manifestado en diversos medios de comunicación, las empresas de Grupo Salinas han mantenido sus puertas abiertas porque brindamos productos y servicios esenciales; en el caso de Banco Azteca, ello ha permitido que millones de mexicanos conserven el acceso a sus ahorros, medios de pago y apoyos de programas sociales, entre muchos otros.
Ahora bien, al mantener nuestra operación abierta, y a fin de asegurar la salud de nuestros colaboradores y clientes, hemos dado cumplimiento a todas las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Ello incluye la instalación de despachadores de gel anti-bacterial; refuerzo de los protocolos de limpieza e higiene; colocación de marcadores de sana distancia; promoción del uso adecuado del cubre bocas; entre muchas otras acciones.
En suma, la cruzada que ha emprendido la señora Berman parece impulsada por su avaricia y actitud mercenaria, no por interés periodístico, mucho menos aún pensando en sus cada vez más escasos lectores.
Vicepresidente de Asuntos Públicos
Grupo Salinas
Respuesta de la columnista
Estimado Tristán, he escrito sobre la pérdida de vidas en el Grupo Salinas y lo he hecho no por una razón personal. Lo he hecho, con el corazón adolorido, porque entiendo que tener una voz pública conlleva una seria responsabilidad con quienes no la tienen.
Se lo he comunicado así a mis antes compañeros de trabajo y ahora te lo comunico a ti. Mi reporte de los hechos ocurridos en el Grupo no tiene una dimensión personal. No rebajemos la tragedia de los trabajadores que han perdido la vida al infectarse en los espacios laborales del Grupo al asociarla a tonterías.
Vivimos, sí, una tragedia debida al virus y me ha tocado el infortunio de observar de cerca las consecuencias de la errada decisión del Grupo Salinas de permanecer abierto y trabajando durante la pandemia. Es decir, de mantener a sus trabajadores trabajando y arriesgando la vida.
Muchos hubieran querido confinarse, pero el Grupo, a diferencia de empresas más responsables, no les ofreció pagarles aunque fuera una parte mínima de su salario. Otros pidieron su baja y el Grupo les negó cualquier indemnización, dejándolos a la buena de Dios en medio de un desastre de salud.
En tu réplica, mencionas como medidas sanitarias el gel anti-bacterial y el cubre-bocas. Me asombra que no comprendas las circunstancias de la mayoría de los trabajadores del Grupo. El momento donde corren mayor peligro es en el viaje a los espacios laborales a bordo del transporte público. Acá inserto una buena idea: ¿por qué no el Grupo les procura el transporte diario?
¿Sabes cuántos empleados están rentando pequeños espacios para dormir, para poder seguir trabajando y cobrando sus salarios, y no poner en riesgo a sus familias? Sería bueno que lo supieras.
¿De verdad sostienes que son trabajadores esenciales los que responden llamadas en los call centers, los que venden planchas en Elektra, los carga cables en los foros, los cobradores de deudas?
Han muerto muchos trabajadores del Grupo de COVID19. Espero que de eso sí tengas conciencia.
Termino señalándote algunos detalles. En todo tu escrito no refutas nada sustantivo de mi texto: das por buenos los dichos y los hechos del Grupo y te agradezco tu sobriedad en ello.
Me acusas de “avaricia”. ¿De juntar dinero? Creo que la palabra que necesitabas era “codicia”: deseo desmedido de ganar dinero. La acusación no tiene siquiera sentido: El Universal paga igual mis textos que tratan sobre panales que los que han tratado sobre el Grupo.
Por último me detengo en una omisión tuya, más grande que el Océano Atlántico. Ni una sola vez en tu larga carta te dueles por la muerte de la cajera de Banco Azteca ni por la muerte de su madre ni por la orfandad de sus hijos. Ya no digamos que les hubieras ofrecido a esos dos pequeños una beca para su manutención y estudios.
Estos dos últimos detalles –la insistencia en que el dinero motiva mi escrito sobre la cajera fallecida y tu falta de compasión hacia ella, su madre y sus hijos—me dan a mi la clave del trágico error de pensamiento que reina hoy en el Grupo. Se han plegado a una teoría de la vida donde el único criterio es el dinero. Ganar más dinero. Minimizar gastos y maximizar ingresos.
Te saludo y te deseo que estés bien guardado con tus seres queridos en un lugar a salvo del virus.