Se acumulan las tragedias en los institutos de Estados Unidos en este inicio de 2018. Ayer se vivió el tiroteo número 18 en un centro educativo con al menos 17 muertos.

Se trató de la masacre número 19 en los 45 días de año que ya han transcurrido, según cifras de la organización Everytown for Gun Safety.

Minutos antes de que sonara la campana para anunciar el final de clases, los alumnos, profesores y administrativos del instituto Marjory Stoneman Douglas, de Parkland, al norte de Miami, escucharon la alarma antiincendios. Por la mañana hubo un simulacro, por lo que un segundo evento extrañó a todos; sin embargo, salieron para seguir el protocolo.

Y, de repente, los disparos y el caos. Según los testimonios, primero fueron cinco tiros, que fueron seguidos de muchos más. Todos empezaron a correr, ya sabían que no era un simulacro de nada.

Los alumnos se atrincheraron y escondieron en las aulas; algunos de ellos transmitieron en vivo a través de las redes sociales todo lo que acontecía dentro de la escuela. A media tarde, y bajo escolta policial, los adolescentes fueron saliendo para reencontrarse con sus familiares.

“Tenemos 17 víctimas confirmadas. 12 de ellos estaban dentro del edificio, dos víctimas estaban justo fuera y otra en una calle adyacente. Dos personas perdieron la vida ya en el hospital”, informó el jefe de policía del condado de Broward, Scott Israel, calificando la escena del crimen como “horrible”.

También se informó de 15 heridos, dos de ellos de gravedad.

El sospechoso, que está bajo custodia, fue identificado como Nikolas Cruz y había sido expulsado el año pasado por “razones disciplinarias”.

“Ya hemos comenzado a examinar sus cuentas en las redes sociales y algunas de las cosas que nos vienen a la mente son muy, muy perturbadoras”, dijo Israel.

Cruz fue arrestado sin incidentes en la cercana ciudad de Coral Springs y llevado al hospital con heridas leves. “Creemos que tenía un rifle AR-15”, agregó el jefe policiaco.

Un maestro de la escuela declaró al diario Miami Herald que Cruz había sido identificado anteriormente como una amenaza potencial para sus compañeros de clase.

Florida es uno de los estados con las leyes más laxas para obtener y portar un arma. No es necesaria una revisión de antecedentes, una licencia de armas ni es obligatorio su registro. Tampoco hay un límite de armas que se pueden adquirir. Cualquier persona puede ser propietaria de tantos rifles semiautomáticos (como el AR-15) como desee tras superar una revisión de historial delictivo.

El presidente del país, Donald Trump, transmitió sus condolencias a través de las redes sociales. “Ningún niño, maestro o nadie debería sentirse inseguro en una escuela estadounidense”, tuiteó, sin mencionar en ningún momento la posibilidad de un debate sobre la política de acceso a armas en el país.

Esa fue la única comunicación oficial de la Casa Blanca sobre el hecho durante el día: la portavoz, Sarah Sanders, canceló la conferencia de prensa diaria. Temía que, en lugar de preguntarle sobre el tiroteo, los medios la interrogaran sobre los escándalos del entorno del presidente, y la tragedia de Florida sirvió como excusa.

Quien no tuvo reparo para atacar a la política de armas del país fue el senador demócrata Chris Murphy, una de las voces más respetadas y comprometidas con la necesidad de acabar con el flagelo de las armas en EU.

“Déjenme simplemente señalar una vez más a mis colegas: esto no pasa en ningún otro lugar excepto Estados Unidos. Esta epidemia de masacres. Este lastre de tiroteos en escuelas tras tiroteos en escuelas. Sólo pasa aquí, y no por coincidencia, no por mala suerte, sino como consecuencia de nuestra inacción. Somos responsables de este nivel de atrocidad masiva que pasa en este país sin ningún paralelo en otro sitio”, sentenció.

Murphy vivió en primera persona la masacre en un centro infantil más grave de la historia del país: el asesinato de 20 niños menores de 5 años y seis de sus profesores de la primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut —estado al que el senador representa— en diciembre de 2012.

Ese tiroteo fue uno de los momentos más duros de la presidencia de Barack Obama, quien salió ante la prensa para expresar sus condolencias y rabia por los hechos sin poder evitar derramar lágrimas.

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