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Washington.— El proceso de confirmación de la jueza Amy Coney Barrett, nominada por Donald Trump a la Corte Suprema de Estados Unidos, se abrió ayer en el Senado con un diálogo de sordos entre republicanos que la consideran talentosa y demócratas que fustigan un calendario de audiencias irresponsable, a semanas de las elecciones y en plena pandemia.
El mismo antagonismo se presentó en el exterior del Congreso, donde partidarios y opositores de la magistrada conservadora se desafiaban entre sí, antes de que la policía arrestara a 20 personas.
“Esta será una larga semana de peleas”, admitió Lindsey Graham, un allegado al presidente Trump que encabeza el Comité Judicial del Senado, responsable de interpelar a la jueza y que prevé dedicar cuatro días a revisar la nominación.
El presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado, Lindsey Graham, programó una votación de la comisión a las 9:00 horas del jueves 15 de octubre, el último día de audiencias. Se prevé que se vote la nominación de Barrett durante esa reunión y posteriormente se aplace una semana, de acuerdo con las reglas.
Si eso sucede tal como está previsto, la comisión procedería a votar la nominación el jueves 22 de octubre. Eso establecería un voto final de confirmación en el pleno del Senado para la semana del 26 de octubre.
Los republicanos se apresuran para confirmar a Coney Barrett antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. A menos que cambien las circunstancias, se prevé que los republicanos cuenten con los votos necesarios para aprobar la nominación en la comisión y obtener la confirmación final en el pleno.
La senadora Kamala Harris, compañera de fórmula del candidato demócrata Joe Biden, consideró irresponsable haber lanzado el proceso en medio del Covid. Reprochó que más de 50 personas estuvieran reunidas en una sala por horas. “El Senado debería tener como prioridad un plan de auxilio para las familias” afectadas por el Covid-19, dijo vía video desde su oficina. Señaló que el proceso es ilegítimo porque está muy cerca de las elecciones.
Coney Barret, de 48 años, está en la antípodas de la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg, que falleció en septiembre y dejó un lugar vacante en el máximo tribunal. Católica practicante y madre de siete hijos, Barrett es bien vista por los cristianos conservadores.