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San José. – Una historia de embarazo adolescente, juvenil e infantil persigue a una familia de Costa Rica desde 1993 y reproduce un fenómeno reiterado en América Latina y el Caribe.
Auxiliadora Cerdas García tenía 16 años y cuatro meses cuando quedó embarazada de Fabiola Amador Cerdas en 1992 y fue madre con 17 años y un mes en 1993.
Fabiola tenía 15 años y cuatro meses cuando quedó embarazada de Naedilin Dallana García Amador en 2008 y 17 años y un mes al convertirse en madre en 2009.
Naedilin tenía 12 años y cinco meses cuando quedó embarazada de Keibril Amira García Amador en 2021 y 13 años y tres meses al ser madre en 2022.
Con 47 años, Auxiliadora es bisabuela, abuela y madre. Con 30, Fabiola es madre y abuela. Con 15, Naedilin es madre. Al cumplir hoy 10 meses, Keibril tiene bisabuela, abuela, madre y —en otra peculiaridad de un precoz comportamiento reproductivo— tatarabuela: Luzmilda García Varela, de 81 y excepción en la cadena, porque fue mamá por primera vez ya con más de 30.
Pero el caso de Keibril conmocionó hace un mes a Costa Rica. Naedilin madre salió el domingo 9 de abril con Keibril en su coche a vender helados en las calles para tratar de ganar algún dinero y, de pronto, el padre de la niña —Hugo Casasola Salas— irrumpió en un vehículo y le arrebató a la menor en plena vía pública.
La bebé cumplió ayer un mes de desaparecida y sin rastro de su paradero luego de una intensa búsqueda policial, con cruzrojistas y voluntarios y apoyo aéreo en cañales, cafetales y potreros de Juan Viñas, localidad rural a unos 50 kilómetros al este de la capital costarricense en cuyo entorno viven la madre, la abuela, la bisabuela y la tatarabuela de Keibril.
Para complicar las cosas, Casasola —ya detenido y probada su paternidad— también es padre de Violet Samara Casasola Amador, de 3 años y dos meses y en situación peculiar: es hija de Fabiola y, por lo tanto, hermana de Naedilin y, a la vez, hermana y tía… de Keibril.
Una realidad arrastra al círculo familiar: consensuadas o violentas, las relaciones sexuales con mujeres menores de edad —la mayoría en Costa Rica se obtiene con 18— pueden calificar como violación bajo una ley que impone sanciones basadas en la edad de la pareja. Los datos, obtenidos por este periódico en el Registro Civil de Costa Rica, identificaron a tres hombres—Francisco Javier Amador Martínez (edad ignorada), Jimmy Alberto García Garita, de 35, y Casasola, de 33—que son padres de Fabiola, Naedilin y Keibril.
Costa Rica, que este año oficialmente reportó mil 165 niñas menores de 15 que pasaron a ser madres entre 2018 y 2022, completó ayer un mes de tensión en torno a Keibril, con temor de desenlace fatal.
La bebé quedó atrapada en un contexto de disfuncionalidad que pareció repetir el escenario de agresión sexual a mujeres menores en su núcleo social (familiar, comunitario, laboral, educativo) que proliferaron en América Latina y el Caribe con embarazos no deseados.
Datos de instancias de la Organización de Naciones Unidas —la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de Población de las Naciones Unidas y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia— mostraron que el 15% de embarazos en América Latina y el Caribe ocurre en menores de 20.
“Hay preocupación por el creciente número de embarazos en niñas menores de 15 años (…) en su gran mayoría no deseados y producto de violencia sexual”, afirmó la médico francosalvadoreña Karina Cantizano, especialista en Salud Pública y asesora regional de Salud para Save the Children en América Latina y el Caribe.
Al recordar que el subcontinente “tiene la segunda” tasa mundial más alta de embarazo adolescente solo superada por África subsahariana, Cantizano dijo a EL UNIVERSAL que urge una educación sexual integral para que los menores se apoyen en sus familias y el personal de salud los eduque, oriente y ofrezca servicios adecuados y acceso a contraceptivos.
Sin un “marco legal adecuado para las víctimas de violencia de género” ni políticas educativas, económicas, sociales y sanitarias de salud sexual y reproductiva, “difícilmente se logrará disminuir el número de embarazos no deseados”, alertó la experta de Save the Children, institución mundial no estatal de defensa de derechos de la niñez.
En el contexto del Día de la Madre en variadas fechas de mayo en México, El Salvador, Chile, Ecuador, Colombia, Perú, Cuba, Honduras, Uruguay, Venezuela, Surinam, Belice, Paraguay, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana y Haití, el embarazo precoz se afianzó como asunto inquietante.
La OPS aportó ayer a EL UNIVERSAL datos claves para comprender el panorama en América Latina y el Caribe.
Entre otros elementos sobre el área, planteó:
+ El número estimado de embarazos no planeados en niñas de entre 15 y 19 años en 2019 fue de 2 millones 115 mil.
+ La mayoría de países con datos de “embarazos muy tempranos” reportó tasas de natalidad de entre uno y cinco nacimientos por cada mil niñas o adolescentes de 10 a 14 en 2020. Venezuela exhibió la tasa más elevada, con cinco por cada mil, seguida por República Dominicana, con dos por cada mil.
+ La Tasa de Fecundidad Especifica (TFE) en adolescentes de 15 a 19 en la región bajó de 65,6 de 2010 a 2015 a 60,7 de 2015 a 2020, pero aún existen variaciones importantes entre subregiones y países lo mismo que al interior de las naciones.
+ El porcentaje de mujeres de entre 20 y 24 años que estaba en un primer matrimonio o comenzaron a vivir en unión libre antes de los 18 permaneció constante a lo largo de los últimos 15 años, con 24,1% en 2003 y 24,7% en 2018.
+ El número estimado de abortos en condiciones de riesgo en niñas de 15 a 19 en 2019 fue de 876 mil.
+ Aproximadamente el 2% de mujeres en edad reproductiva en la zona reportó haber tenido su primer parto antes de los 15 en 2017. América Latina y el Caribe destacan como el único sector del mundo con una tendencia ascendente en el número de nacimientos entre niñas menores de 15.
Y en un rincón de Costa Rica, cinco mujeres —las García, Cerdas y Amador— ponen rostro al drama humano y su dimensión continental.