Margaret Myers, asesora sénior del Inter-American Dialogue en Washington y directora del Institute for America, China, and the Future of Global Affairs en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Paul H. Nitze de la Johns Hopkins University, afirma a EL UNIVERSAL que ante la política comercial estadounidense con el mandatario Donald Trump, “está intentando comunicar un mensaje de cooperación, quizá para diferenciarse del tono retórico de ”.

Añade que del gigante asiático no se dan grandes proyectos de inversión, sino en sectores más focalizados: “se ven más proyectos sobre energía renovable, o la producción de vehículos eléctricos o en ciudades seguras, con tecnología china”.

Además, a futuro dice que “lo que vamos a ver es más producción china en sectores en los que países de Latinoamérica tiene la capacidad de producir sus propios productos, por ejemplo, de manufactura, es el caso de México, Brasil o Chile, u otros países que producen acero, aviones o carros”. No obstante, “en algunos casos, en América Latina, incluso en México, hemos visto cierta respuesta a lo que pasa: hay un sentido de inundación de varios tipos de productos chinos, pero la región aún es un objetivo importante para China”.

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¿Cuáles son los puntos clave en la relación en el presente entre China y Latinoamérica?

—Esta relación siempre evoluciona, no es algo estático, y cambia en maneras muy importantes para la región. En general, pasan tres cosas con respecto a la relación económica. Hay una desaceleración de la actividad económica en general, pero hay un aumento en el intercambio comercial entre China y Latinoamérica. En este momento hay más exportaciones de China que importaciones de América Latina. Es una historia de exportaciones chinas a la región. China en este momento prioriza esto para tener un crecimiento económico en los próximos años, no sólo en la región de Latinoamérica, sino globalmente. Vemos una desaceleración en otras formas, en particular en las inversiones directas en China, en la inversión directa extranjera.

Menciona en un artículo en que no son estas grandes inversiones.

—Ya no, pero no quiero decir que no va a pasar ningún proyecto de gran infraestructura en América Latina. Sí puede ocurrir y hay conversaciones de nuevos grandes proyectos, por ejemplo, hemos visto nuevas conversaciones sobre un ferrocarril que puede pasar de Chancay, en Perú, a ciertas regiones en Brasil que producen soja en grandes cantidades.

En general, ese momento de inversión de billones de dólares en grandes proyectos de infraestructura ha pasado, es algo que vimos en los años pasado del pico de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, que fue durante el año 2015, 2016, cuando vimos muchos préstamos.

También antes de eso, pero fue el momento más enfocado en este tipo de inversión.

Tampoco quiero decir que China está saliendo de la región. Vemos más proyectos de inversión, pero más pequeños, de menos valor, en general. Más casos, pero que invierten en sectores muy específicos: si vas a invertir en un puerto es muy costoso, pero en esta época se ven más proyectos sobre energía renovable, o la producción de vehículos eléctricos o en ciudades seguras, con tecnología china. China se enfoca en invertir en estas industrias localmente y globalmente, incluso en el contexto de América Latina.

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¿Cómo se pueden beneficiar China y Latinoamérica de esta relación?

—China depende mucho de la exportación, busca facilitar la exportación de productos de alta tecnología. Hay otras formas de buscar el crecimiento en China, pero en este momento la exportación es esencial para el gobierno. Para China la capacidad de mantener este tipo de relación y las puertas abiertas a sus productos es esencial.

En algunos casos, en América Latina, incluso en México, pero también en otros países, hemos visto cierta respuesta a lo que pasa: hay un sentido de inundación de varios tipos de productos chinos, pero la región aún es un objetivo importante para China. Para América Latina es otra cuestión, eso depende de cómo varios países quieran desarrollar la relación. En general, lo que vamos a ver es más producción china en sectores en los que países de Latinoamérica tienen la capacidad de producir sus propios productos, por ejemplo, de manufactura, es el caso de México, Brasil o Chile, u otros países que producen acero, aviones o carros. Lo que vemos globalmente es una tendencia hacia una política industrial para protegerse de esa fuerzas y eso también se ven en EU en este momento en alguna forma que no hemos visto por décadas.

China también invierte en los estados de los países en AL, ¿podría invertir en entidades de México?

—Sí, ha pasado mucho en el contexto de México y pasa mucho en general en los países con sistemas de gobierno descentralizados.

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Ya lo hemos visto por muchos años en el contexto de México, pero también en grandes países como Brasil, donde Sao Paulo promocionó la relación con China.

Eso se ve también en el contexto de Argentina: Jujuy tiene su propia relación con varios actores en China y ha negociado varios acuerdos con compañías, con otros representantes de ONG o universidades que representan industrias que prioriza China. Por ejemplo, en Jujuy hay acuerdos sobre energía solar: está el parque solar Cauchari, que es el más grande de Sudamérica; hay otros pactos sobre la extracción y exploración por litio y un proyecto de vigilancia y esas tecnologías hecha por CTE, que es una compañía China muy importante en la región, y otro proyecto sobre centros de datos.

En cinco años, estos representantes de China de varios tipos y el gobierno de Jujuy, hicieron estos acuerdos, fue hecho a nivel local. Esto también se ve en México, pero se ve más acerca de proyectos de manufactura. Hay estados que están muy dedicados a hacer este tipo de contrato o a atraer inversiones chinas, o en el sector de autos. Para China es importante la nueva manufactura que incorpora alta tecnología.

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Sobre los aranceles de EU y esta guerra comercial entre China y EU, ¿puede hacer que el gigante asiático tenga más presencia en AL?

—Todavía vamos a ver los efectos de esto por meses y años, pero vamos a ver algunas consecuencias de esta política. Antes había evidencia de más inversión en México, en particular, no necesariamente en la región, pero sí en México, para poder tener acceso al mercado norteamericano y evitar aranceles en ciertos productos hechos en China.

En este momento vemos la tendencia a tener cierta presión en el gobierno de México y de otros de la región, de no permitir el avance de China en ciertos sectores, especialmente en sectores críticos o estratégicos. Es muy difícil saber cómo estas tendencias se resuelven en la práctica, pero vemos cierta diversificación de exportaciones chinas. A la vez, en China, vemos cierta política de almacenamiento; está en el proceso de acumular grandes cantidades de petróleo para anticiparse a problemas en el futuro.

También México tiene esta política de aranceles a productos chinos, ¿esto puede afectar la relación?

—Obviamente es algo que China quiere evitar, especialmente en este momento cuando está intentando exportar más productos y dependen de ello. Lo que he visto en el contexto latinoamericano es que China está intentando comunicar un mensaje de cooperación, quizá para diferenciarse del tono retórico de Estados Unidos. Por eso creo que va a tener conversaciones muy difíciles con representantes de los gobiernos de la región. Va a tratar de presentarse como socio comercial esencial y también en un socio que avance y promocione la cooperación, aunque obviamente está tratando de promocionar una agenda y está en contra de los aranceles.

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