La pasta es uno de los alimentos más populares en el mundo. Con una asombrosa variedad de formas y sabores, es increíblemente versátil y puede servirse de muchas maneras. Ya sea en preparaciones simples o sofisticadas, su rapidez y facilidad la convierten en la opción perfecta para las comidas cotidianas.

No es de sorprender que nuestro país haya abrazado la pasta como un ingrediente esencial en el menú diario. Adaptada con la calidez y el ingenio de la cocina local desde su llegada de Europa, la pasta encuentra su lugar predilecto en tres preparaciones principalmente: las infalibles pastas con salsas cremosas, las clásicas pastas con salsa de tomate y las reconfortantes sopas con pasta.

¿Quién no ha disfrutado del popular espagueti blanco o el cremoso codito con jamón, clásicos que siempre están presentes en fiestas infantiles, quince años y hasta bodas? ¿Quién no recuerda el delicioso espagueti rojo o la sopita aguada en casa de la abuela, platillos que llenaban la cocina con una fragancia irresistible y que parecían llevar en cada bocado un pedazo de amor?

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Sopa aguada, amor en un tazón

En México, la pasta se convierte en ese vínculo nostálgico que revive momentos entrañables, recordándonos las comidas familiares donde cada bocado lleva el eco de risas y abrazos. En su máxima expresión, la sopa aguada se alza como un homenaje a esos instantes, infundiendo a cada sorbo la calidez de la convivencia.

“Para mi, son deliciosas y reconfortantes. Económicas y, apesar de su sencillez, algunas son comidas muy completas. ¿Cuántas veces no se nos antoja una sopa caliente cuando hace frío y hasta cuando hace calor?”, comparte Carmen “Titita” Ramírez Degollado , cocinera y fundadora de .

Mientras que Lula Martín del Campo, chef de los restaurantes , y Altanera apunta: “la sopa de pasta en México es algo muy casero, un platillo muy casero que apapacha. No hay falla. Cuando empiezas una comida con una sopa aguada es como estar en casa”.

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Desde el sencillo fideo hasta las adoradas figuras menudas como conchitas, lengüitas, municiones, estrellitas y letras, la sopa de pasta ocupa un lugar entrañable en las mesas mexicanas y en los corazones de quienes las disfrutan.

Con una cocción lenta y cuidadosa, donde agua, caldo de res, pollo o verduras, jitomate, cebolla y ajo se entrelazan, la sopa aguada se transforma en un cálido abrazo que alimenta el cuerpo y reconforta el espíritu.

Preparada con unos cuantos ingredientes siempre disponibles en el refrigerador y en la alacena, esta humilde preparación, recuerda que lo simple puede ser extraordinario. Así, la sopa de pasta se erige como una tradición que perdura a través de generaciones, resonando con la esencia de la cocina mexicana.

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