La sandía es una de las frutas favoritas del verano: refrescante, jugosa y naturalmente dulce. Su pulpa roja y sus semillas negras son características inconfundibles, pero también suele presentar algunas marcas que son motivo de duda sobre su consumo.
Para muestra, las manchas blancas que pueden aparecer tanto por fuera como por dentro de la fruta. Aquí te decimos qué son y si de verdad deberían preocuparte.

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¿Qué son las manchas blancas en las sandías?
Todas las frutas pueden desarrollar manchas y, aunque algunas indican un estado de descomposición, no todas significan lo mismo dependiendo de su color, tamaño y textura.
En la sandía, si aparecen en el exterior de la cáscara pueden ser ocasionadas por el contacto que la fruta tuvo con el suelo durante su crecimiento, por golpes durante el traslado o hasta partículas de tierra.
Antes de comerla, lava bien su superficie porque no suponen un peligro. Sin embargo, cuando las manchas tienen una textura verdosa, con pequeñas esporas o similar a un musgo, mejor no la consumas porque podrían indicar la presencia de microorganismos, señala un artículo de la Universidad de Kentucky, Estados Unidos.
Por otro lado, si las manchas blancas se encuentran en el interior de la fruta no representan un riesgo. Es posible que sean partes de la pulpa que no terminaron de desarrollarse y, por lo general, no alteran su sabor ni aroma.
El blog de la American Heart Association indica que, muy rara vez sucede, pero las manchas pueden volverse amarillas y aumentar su tamaño. En este caso, es necesario inspeccionar bien la fruta porque quizá ha comenzado a descomponerse.

5 curiosidades extra sobre las sandías
La sandía es una de las frutas favoritas de la temporada. De acuerdo con la Fundación Española de Nutrición, no es el alimento más abundante en nutrientes, pero sí contiene potasio, vitamina A y carotenoides (luteína y licopeno) sin actividad provitamínica.
Hay mucho que aprender de esta fruta, pues además de las peculiares manchas blancas, otras de sus curiosidades son:
- La fruta con más agua: La sandía está compuesta en un 92% por agua, lo que la convierte en una excelente opción para hidratarse en días calurosos. Además, contiene electrolitos naturales como el potasio.
- De origen africano: Aunque se cultiva en todo el mundo, la sandía tiene su origen en África, donde crecía de forma silvestre hace más de 5,000 años. Desde allí se extendió a Europa y Asia.
- Variedades sin semillas: Si bien las semillas negras son tradicionales, hoy existen sandías sin semillas, producto de cruces genéticos naturales que no implican modificación genética.
- Su cáscara se come: En algunos países asiáticos, la parte blanca de la cáscara se cocina en guisos o se fermenta. Es rica en fibra y nutrientes como la citrulina.
- Sandías cuadradas: En Japón se cultivan sandías en moldes cúbicos para facilitar su transporte y almacenamiento. Son más caras, pero llaman mucho la atención por su forma inusual.
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