Cada viajero tiene un propósito al embarcarse en una nueva aventura: ir de compras, descubrir otros lugares, conocer los usos y costumbres de un destino o simplemente explorar su gastronomía. Qué mejor cuando un mismo recorrido permite fusionar dos o más de estos placeres.

De norte a sur, nuestro país cuenta con numerosos rincones para comer delicioso y, al mismo tiempo, disfrutar de las bellezas de la naturaleza o sus encantadores pueblos.

Es por eso que en te compartimos cinco rutas gastronómicas para enamorarte de México a cada bocado.

Donde conviven mar y tierra

Además de hermosas playas, Nayarit goza de una de las gastronomías más aplaudidas de México. Cuenta con platillos tradicionales cuyos ingredientes principales provienen del mar. Sus pueblos costeros dan prueba del sabor típico de la región, aunque hay fusiones culinarias modernas que agasajan a todos.

Vale mucho la pena hacer un road trip en la Riviera Nayarit, desde San Blas hasta Punta Mita, para adentrarse en sus distintas comunidades. En el andador de Aticama se pueden degustar ostiones frescos al pie del mar, pata de mula, aguachiles, así como pescado zarandeado. En la playa de San Pancho hay restaurantes con deliciosas propuestas como tostadas de atún, ceviches, camarones al ajillo, así como pescado dorado.

En la carretera libre que va de Tepic a Guadalajara, se encuentra el restaurante La Sierra, un lugar enclavado en el campo, es ideal para desayunar. Su menú no incluye mariscos, sin embargo, ofrecen deliciosas carnes a las brasas (borrego, lechón y conejo), que se acompañan con tortillas hechas a mano, queso fresco y ensalada de vegetales.

El verdadero sabor del norte

Monterrey es uno de los mejores destinos para olvidarte de la dieta. En esta ciudad, los amantes de la carne, los sabores típicos mexicanos y los postres encuentran una gran variedad de opciones qué probar; eso, sin mencionar el amplio abanico de actividades que la ciudad ofrece para disfrutar tanto en pareja como en familia.

Nada mejor que empezar el día con un clásico de la cocina regia: una deliciosa machaca. En la fonda El Limoncito, ubicada en el corazón del barrio antiguo, se puede disfrutar de esta especialidad con un estilo muy casero, además de otros platillos como huevos montados o chilaquiles norteños. A la hora de la comida, el cabrito es un manjar que no debes perderte. El sitio con mayor tradición para degustarlo es el Rey del Cabrito.

Al caer la noche, un plan perfecto es tomar el Paseo Santa Lucía, recorrido guiado por el canal, desde el Parque Fundidora hasta el Museo de Historia Mexicana. Al bajar, hay diferentes cantinas cercanas, como La Divina, para tomar una cerveza y calmar el hambre con unos frijoles puercos, una arrachera o un costillar de cerdo horneado.

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¿Con ganas de echar taco?

No hay platillo más representativo de nuestro país que los tacos. De bistec, suadero, tripa, longaniza, pastor, cabeza, barbacoa, carnitas, entre una amplia variedad, deben su fama tanto a su practicidad como a la facilidad para encontrarlos en la Ciudad de México. Hablar de cuáles son los mejores implica enfrascarse en un debate subjetivo, sin embargo, hay lugares que se han vuelto icónicos en barrios o colonias.

En el Centro Histórico, la taquería Los Cocuyos es una parada de cajón, donde debes pedir los de tripa doradita, suadero y lengua. Los Especiales, cuyos estelares son los de canasta (frijol, papá y chicharrón), han ganado popularidad no solo por su precio y rapidez para servirlos, sino también porque son los preferidos de los tiktokers.

Hace unos meses, El Califa de León, en San Cosme, se convirtió en el primer lugar reconocido con una Estrella Michelin. Su especialidad es la gaonera, una carne de gran calidad. En la Narvarte, los tacos de pastor de El Vilsito son imperdibles, mientras que a unos cuantos pasos vas a encontrar los Tony, cuyos trozos de suadero no debes perderte.

Antojitos para todo paladar

El Estado de México cuenta con valiosos rincones para comer sabroso, más allá de los típicos restaurantes de cadena. Su gastronomía incluye una gran variedad de platillos como barbacoa, mixiotes, pancita, tlacoyos, tamales, además de tacos de cecina o chorizo, solo por mencionar un par. Y lo mejor de todo es su cercanía con la Ciudad de México.

Reconocido como Pueblo Mágico en 2005, Valle de Bravo presume un clima templado, hermosos paisajes boscosos y un gran lago. El mercado municipal es un punto de reunión para los locales que buscan insumos, así como alimentos tradicionales de la región. En una de sus tres naves pueden encontrarse tacos de barbacoa y quesadillas rellenas con diferentes guisados a precios accesibles.

En Teotihuacán, a menos de 10 minutos en automóvil de la zona arqueológica, se localiza el mercado municipal, un sitio perfecto para desayunar tortas de tamal con atole y tlacoyos de masa azul acompañados de un buen tepache. Los puestos locales también ofrecen enchiladas verdes o rojas, así como órdenes de enmoladas.

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Una parada celestial

Localizada a dos horas de la Ciudad de México, Puebla es un destino perfecto para darte una escapada de fin de semana. No solo vale la pena visitarla por sus iglesias de estilo colonial y calles llenas de encanto, también por su amplia y deliciosa oferta gastronómica, entre la que se cuentan platillos como los chiles en nogada y el mole.

Recorrer el centro histórico se considera una actividad obligatoria, ya que permite disfrutar la cocina callejera poblana. Un clásico de esta ciudad son las cemitas. También hay pequeñas fonditas donde se preparan antojitos: chile poblano, pollo con mole y mondongo. En los alrededores de la plaza central no debes perderte unos tradicionales churros con chocolate caliente.

Uno de los lugares de mayor tradición en esta zona es el restaurante El Mural de los Poblanos, en una antigua casona del siglo XVII. En su menú ofrecen chalupas, sopa de médula, salpicón, mole de chito (carne de chivo), albóndigas de cordero de Chignahuapan, pipián rojo, cecina de Tepeaca, además de platillos de temporada.



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