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Zacatecas, Zacatecas
A pesar de las reformas del sistema de justicia penal mexicano y los avances en los derechos de los pueblos indígenas, el acceso a la justicia para los grupos étnicos sigue sin aplicarse como lo marcan la ley y los estándares internacionales, en los que se establece que todos los imputados deben tener pleno conocimiento y acompañamiento jurídico cuando enfrentan procesos penales.
Victoria Tauli-Corpuz, relatora especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas, señaló en su informe de observaciones sobre su visita a nuestro país —realizada del 8 al 17 de noviembre de 2017— que “las personas indígenas detenidas y procesadas enfrentan violaciones de derechos al debido proceso y la defensa adecuada, por la escasez de intérpretes, abogados, defensores y operadores de justicia que hablen lenguas indígenas o conozcan las culturas indígenas”.
Entre los estados que concentran la mayor diversidad de pueblos indígenas se encuentran Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Guerrero y Michoacán. Sin embargo, el problema es cuando hay un proceso contra indígenas en otra entidad, como es el caso de Zeferina, quien enfrenta un juicio penal en Zacatecas, sin que comprenda bien su caso.
Zeferina tiene 23 años y es madre de un niño de cuatro, proviene de una comunidad huichol en el municipio de Mezquital, en Durango, donde los habitantes acuden casi cada año a Zacatecas con la expectativa de trabajar en los campos agrícolas, sobre todo en cosecha de ajo en Villa de Cos.
Hoy la mujer está recluida en el penal zacatecano de Cieneguillas, sin tener claro que se enfrenta a un proceso penal por un delito grave: homicidio calificado. Ella dice que está en la cárcel por golpear con un palo a otro de su etnia, quien quería “machetear” a su hermano.
Sentada en la sala de juntas del penal femenil, Zeferina accede a platicar con EL UNIVERSAL sobre su caso. Su lengua nativa es el wixárika, pero en la charla habla con soltura el español, aunque en algunas ocasiones pide que le expliquen las preguntas, por no entender algunas frases o palabras.
La huichol narra que apenas tenía dos semanas que había llegado a las cuadrillas de la comunidad de Bañón cuando ocurrió la tragedia que la llevó a estar en prisión.
“Fue el 21 de mayo. Era la una de la mañana. Me dijeron que unos de una cuadrilla estaban borrachos y golpeando a mi hermano. Yo invité a mi esposo y mi cuñada pa’ ir por él. Yo no iba a pelear. Sólo iba a traerlo.
“Llegamos y ese muchacho nos aventó piedras. Mi hermano traía machetazos en la cabeza, estaba tirado y parecía que ni respiraba. Yo agarré un palo y le pegué pa’ que lo soltara. [Llegó] otro [huichol]. A ése yo no lo invité; ése se quedó golpeando al que dicen que nosotros matamos. Yo me llevé a mi hermano. Ya no supe más”.
Zeferina asegura que ya en la mañana se enteró de la presencia de autoridades ministeriales y convenció a su hermano de que fueran a denunciar lo que había ocurrido.
“Nosotros nos entregamos. Fuimos con los judiciales. Nos preguntaron que si nosotros lo habíamos matado y dijimos que sí lo habíamos golpeado. Nos detuvieron a los cuatro, pero les dijimos que ni mi cuñada ni mi marido lo golpearon, y los soltaron, pero al otro que también lo golpeó no lo detuvieron”.
Zeferina no dimensiona que una palabra mal aplicada en su declaración inicial, lejos de ayudarla, la puede condenar y aunque refiere que en la audiencia de vinculación a proceso sí tuvo el apoyo de un intérprete, la huichol reconoce que no sabe cómo va la investigación y no ha comprendido a fondo la gravedad del delito que le imputa el Ministerio Público.
Asegura que próximamente saldrá en libertad, pues refiere que la abogada que le tocó le comentó que en cuatro meses se podría dictar sentencia. “Ya mero se completan los cuatro meses en la cárcel y pagar por haber golpeado a ese muchacho que después se murió”.
Sin embargo, de confirmarse y acreditarse el delito, su estancia en ese penal no sería por unos meses, sino por un largo periodo, ya que el artículo 299 del Código Penal del Estado de Zacatecas establece que al responsable de homicidio calificado se le puede imponer una pena que va de 20 a 40 años de prisión y una multa de 200 a 300 cuotas.
Falta comunicación
De acuerdo con la Dirección de Prevención y Reinserción Social de la Secretaría de Seguridad Pública de Zacatecas, actualmente 18 personas que se han declarado indígenas (tres mujeres y 15 hombres) están en situación de reclusión en el estado.
En el padrón de peritos de la Secretaría General de Acuerdos del Poder Judicial de Zacatecas están registrados 108 servidores, de los cuales sólo ocho figuran como traductores en inglés, alemán y francés, pero no se precisa si hay algún intérprete de lenguas indígenas.
Esta situación ha obligado a que en los pocos juicios que han requerido intérpretes, la Central de Peritos del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas recurra de manera emergente a personas que manejan la lengua náhuatl, huichol y tepehuano, sin experiencia legal.
Delfina de la Cruz es una de las pocas traductoras de la lengua náhuatl que ha participado en algunos juicios penales en Zacatecas y Estados Unidos; hace unos meses tuvo que declararse incompetente y abandonar una audiencia debido a que se percató de que el imputado hablaba wixárika.
Considera que es necesario mayor interés por parte de las instituciones que componen todo el sistema de justicia penal, adquirir un conocimiento más amplio para ubicar los tipos de lenguas nativas que pudieran tener presencia en Zacatecas, pues en su experiencia, hay una presencia importante de wixárika.
Delfina es indígena oriunda de la huasteca de Veracruz. Actualmente realiza sus estudios de doctorado y ha sido una promotora del rescate del náhuatl, y por ello imparte esta lengua en el Centro de Idiomas de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Refiere que en una audiencia pudo ver que los indígenas imputados viven momentos de tensión por no comprender a fondo lo que ahí se menciona.
“Seguramente para cualquier persona que enfrente un juicio penal es complicado vivir esos momentos donde se determina su situación jurídica; entonces, yo pienso que con mayor razón se dificulta a un indígena que habla otra lengua”.
Delfina recomienda que un indígena debe estar acompañado y asesorado en todo momento de un proceso judicial para que pueda tener un verdadero acceso a la justicia.
En el Catálogo de lenguas indígenas mexicanas del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INLI) se menciona que hay 68 agrupaciones lingüísticas; dentro de la familia denominada huichol —yuto-nahua— se contempla la lengua wixárika, que pertenece a la región norte de Durango, de donde proviene Zeferina.
Usos y costumbres en penal
Rosa Marta Vázquez Félix, directora del Centro Regional de Readaptación Social (Cerereso) femenil de Cieneguillas, reconoce que es la primera vez que ese penal tiene como interna a una mujer de origen huichol, lo cual los ha obligado a adecuar sus procedimientos para no vulnerar sus usos y costumbres.
La funcionaria asegura que ella es la más interesada en que no se le vulneren sus derechos humanos mientras permanezca recluida, y relata que cuando Zeferina ingresó al penal notificó a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) —cuya sede más cercana a Zacatecas está en San Luis Potosí—, y pidió que se le otorgara asesoría sobre los usos y costumbres de poblaciones huicholes.
Vázquez Félix detalla que Zeferina les manifiestó que para no hacer enojar a sus dioses de la naturaleza no puede usar pantalón como el resto de las reclusas, sino falda larga tipo nagua. Al no tener impedimento en portar un color especial, la huichol aceptó que su atuendo fuera café como las demás internas y se mandó comprar manta en ese tono y ella misma confeccionó su uniforme penitenciario.
Incluso, reconoce la directora del penal, se analiza en las reuniones de consejo técnico que se le permita a Zeferina que en la visita conyugal no sólo ingrese su marido, sino también su hijo, pues le ha dicho que su pareja no tiene dónde dejarlo y busca convivir o “dormir poquito” con su hijo.
—¿Qué otras creencias te deben respetar?, se le pregunta a Zeferina.
—Si me llegara a enfermar aquí adentro, aunque me den medicamentos, yo necesitaría que venga a verme un curandero wixárika, si no, no me voy a curar. Cuando nos enfermamos en el pueblo también hacemos fiestas al venado pa’ que nos llegue la sanación.