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Tlaxcala sí existe.
No es un lugar imaginario, ni su gente son actores pagados, ni se trata de un apéndice territorial del estado de Puebla, cómo dicen publicaciones satíricas en internet.
Se encuentra a dos horas por carretera desde Ciudad de México. Tiene un centro histórico bellamente preservado, con un kiosco en su plaza central y calles arboladas en las que resalta el color lila de sus jacarandas.
Pero en las bromas de muchos mexicanos, el estado más pequeño del país -con unos 4 mil km2 de territorio- llega a ser motivo de burlas e incluso de consultas en Google sobre su existencia.
Su existencia se ha puesto en duda no solo por ser el estado más chico del país, sino también por un crucial papel en la historia de México ocurrido hace exactamente 500 años.
El juicio popular predominante los considera traidores.
"Te preguntan '¿de dónde eres?' y les dices 'de Tlaxcala' y luego luego viene el mote (de traidor). Antes era más fuerte esa situación que ahora, pero sigue", dice Marcelina Sánchez, habitante de toda la vida de la capital del estado.
Esta actitud adquiere relevancia contemporánea por la solicitud del presidente Andrés Manuel López Obrador al rey de España y al Papa que pidan perdón por los atropellos cometidos durante la Conquista de México, algo que el gobierno de España rechazó de inmediato.
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Y es que en 1519 los tlaxcaltecas -conocidos por ser férreos guerreros- establecieron una alianza con los conquistadores españoles que llegaron a su territorio.
El pacto fue clave para la posterior conquista del poderoso imperio mexica (o azteca) a tal grado que los indígenas tlaxcaltecas tuvieron un trato especial de la Corona española durante la colonia.
Estos episodios, sumados a una interpretación de la historia predominantemente negativa hacia los tlaxcaltecas, generaron un ambiente de resentimiento del resto de México hacia ese pueblo.
Incluso hasta un acoso o bullying desde el resto del país, y en especial de los estados vecinos.
"Es un juicio bien pesado. Este estigma que tenemos es muy difícil, son siglos de que nos estén molestando con este mote de traidor", dice a BBC Mundo el antropólogo Juan Carlos Ramos.
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Pero basta comprender cómo ocurrieron los hechos para desarmar esa imagen, como explican los expertos en el tema.
¿Fidelidad a su sangre?
La idea de la traición se ha perpetuado durante siglos debido a una interpretación histórica descontextualizada.
Se cree que los tlaxcaltecas debieron ser fieles al imperio mexica (o azteca) y defenderlo ante la invasión de los conquistadores españoles. Fidelidad a la sangre indígena.
Pero un repaso a los acontecimientos muestra que los tlaxcaltecas no eran aliados de los mexicas, ni estaban bajo sus dominios ni existía una nación indígena como tal.
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Cuando los aztecas fundaron su ciudad, México-Tenochtilan (1325), el pueblo tlaxcalteca ya existía y se había asentado en su territorio en el centro de lo que hoy es México.
La llegada de los conquistadores españoles liderados por Hernán Cortés a territorio tlaxcalteca no fue amistosa, y de hecho se enfrentaron en tres batallas con los ejércitos de los cuatro señores indígenas gobernantes.
Pero entonces vino una negociación contra un objetivo común: los mexicas.
"Tácticamente a los tlaxcaltecas vieron que les convenía mejor aliarse con ellos", explica a BBC Mundo el historiador José Juan Juárez, de la Universidad de Tlaxcala.
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Si se considera ese contexto y cómo se pensaba la guerra en esa época, no en la actual, se puede entonces entender que los tlaxcaltecas peleaban por su propia patria, que nunca fue la mexica.
"El guerrero mesoamericano tenía una idiosincrasia en cuanto a la guerra, en cuanto a la confrontación física con un ser humano. Y el soldado español tenía otra idiosincrasia", remarca Juan Carlos Ramos.
A juicio de los expertos y de los mismos tlaxcaltecas, no hay una traición a algo a lo que no se pertenece.
¿Por qué no pelear por los mexicas?
Si bien no eran amigos, los pueblos mexica y tlaxcalteca sí sabían de las batallas que habían librado los conquistadores en 1519 contra pueblos originarios, con saldos mortales muy negativos para los indígenas.
Pero para cuando llegaron los conquistadores a Tlaxcala, ese pueblo tenía 60 años de padecer un bloqueo económico impuesto por los mexicas, razón que explica el porqué no pelearon por ellos.
Debido a que los tlaxcaltecas nunca fueron sometidos por el gran imperio de México-Tenochtitlán, su territorio era una suerte de enclave rodeado de pueblos súbditos de los mexicas.
"Se generaron un renombre de guerreros, férreos, grandes estrategas militares, al tiempo que se les impedía comerciar, entonces el tlaxcalteca se encierra", explica Ramos.
Poner esa época "bajo la lupa de la moral social actual" es equivocado, añade Juárez.
Durante los siguientes dos años, esos guerreros tlaxcaltecas y otros pueblos rebelados contra los mexicas fueron fundamentales para la conquista de los mexicas consumada en 1521.
La alianza fue tan exitosa y clave para los conquistadores que los reyes de España les concedieron una autonomía a los tlaxcaltecas que ningún otro pueblo originario tenía.
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Los jefes de ese pueblo y sus descendientes fueron nombrados "primos" por el rey Carlos I, un estatus que si bien no llegaba al de los españoles y criollos, sí estaban en un peldaño superior que el resto.
La Corona española también le dio el título a Tlaxcala de "Muy noble y muy leal".
Un estigma pesado
Como desde antes de la conquista, durante la colonia y luego de la independencia de México, Tlaxcala se mantuvo como una sociedad más bien cerrada hacia el resto del país.
Es uno de los estados de México que más relación con el pasado español.
Eso se respira en la arquitectura de sus casas y calles, en fiestas como la del Carnaval adaptado entre náhuatl y al castellano, o hasta en el hecho de que en el pequeño estado hay 36 ganaderías de todos de lidia.
"Tlaxcala siempre ha mantenido su identidad, su esencia, su origen. Eso ha permitido que se conserven mucho sus tradiciones", dice a Roberto Núñez, secretario de Turismo estatal.
"Se nos etiquetó de manera injusta (como traidores), pero realmente no lo somos. Este estigma repercutió durante mucho tiempo en nuestro estado, en el ánimo", señala a BBC Mundo.
Han pasado cinco siglos y aquella alianza tlaxcalteca-española no ha sido fácil de borrar incluso para los más jóvenes que han crecido en un ambiente de más apertura social y comunicación.
"Es el burling (burla y bullying) de las redes sociales", dice Jonathan Álvarez, quien con sus compañeros de colegio visita el palacio de gobierno que guarda un gran mural sobre la historia tlaxcalteca.
Pero no siempre los tlaxcaltecas fueron considerados traidores, pues de hecho esa imagen sólo se arraigó en el imaginario popular hasta el siglo XIX, después de la independencia de México, explica el historiador José Juan Juárez.
"Tras la independencia se desatan pugnas y se enarbola el sentimiento de nacionalismo. Como los tlaxcaltecas no secundaron en un comienzo la independencia, estaban con la fidelidad a España, a partir de ahí comienza un resentimiento hacia Tlaxcala", señala.
Incluso Benito Juárez, uno de los presidentes más admirados de México, reprodujo esa visión de los "viles" tlaxcaltecas como los que "prefirieron una rastrera venganza al honor nacional".
Tlaxcala en México y el mundo
Un aspecto poco conocido de la historia tlaxcalteca es su participación en la conquista y colonización en América y más allá.
Existen registros de la llegada de tlaxcaltecas con españoles a Guatemala, Honduras, El Salvador, Perú, a ciudades que hoy están en el norte de México y sur de EE.UU., Florida e incluso en Filipinas.
Tlaxcala tardó casi tres décadas en ser reconocido como estado tras la independencia de México, e incluso la primera Constitución (1824) dejó en la indefinición el qué hacer con ese territorio.
El sentido de comunidad autónoma por mucho tiempo mantuvo al estado con cierto grado de apartamiento, pero es algo que está cambiando en las últimas décadas.
Para el secretario de Turismo Roberto Núñez, la forma de "revertir" el estigma hacia Tlaxcala y su gente es a través de un acercamiento del resto de los mexicanos hacia Tlaxcala.
"Hay cosas en la historia que no se pueden cambiar, pero sí se pueden justipreciar. Hubo una alianza que dio origen lo que a la postre vino a ser México, la gran nación, el mestizaje", añade.
"No pertenecemos ni a un pueblo ni a otro, somos un mestizaje".
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