Deseo aclarar que el presente texto no es en nombre del sector editorial al que tuve el privilegio de representar durante tres años como presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), sino a nombre propio, desde la perspectiva de un ciudadano comprometido y preocupado por su país.
Justo en el periodo que tuve el honor de estar al frente de la CANIEM se impusieron los nuevos libros de texto gratuitos (LTG) que tenemos hoy en nuestras escuelas y por ello hoy me permito escribir al respecto, tratando de enumerar brevemente sus principales deficiencias.
Como contexto histórico, vale la pena mencionar que hace 65 años se crearon, para toda la educación primaria, libros de texto únicos y gratuitos, producidos por el gobierno. En una época en la que México tenía elevados niveles de analfabetismo (50%) y muy bajos niveles educativos y, como medida emergente, era la estrategia correcta, que permitiría elevar el nivel educativo del mayor número de alumnos en el menor tiempo posible. Lo mismo hizo China en aquellos años, a fin de atender el grave rezago educativo que se tenía también allá.
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- En ningún país del mundo el modelo de texto único ha producido buenos resultados educativos.
El modelo de texto único se agota. China se dio cuenta en los años 80 y abrió el mercado de textos escolares, puesto que allá se reconoció que una diversidad de enfoques pedagógicos en diferentes textos escolares produce mejores resultados educativos. En México no. Aquí seguimos estancados, en términos educativos (y en muchos otros), en el México de los años 60.
La experiencia internacional demuestra que hay una alta correlación entre la diversidad de libros de texto y los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, o prueba PISA. Los países que sobresalen en la prueba PISA son aquéllos en los que la industria editorial trabaja de la mano con autoridades educativas y con los maestros, a fin de brindar a los alumnos una amplia gama de recursos didácticos de la más alta calidad.
- El proceso de los nuevos LTG fue ilegal de principio a fin.
Para el nivel de secundaria, los maestros contaban con diferentes alternativas de textos escolares y podían elegir el enfoque que les parecía más adecuado. Los libros eran aprobados por las autoridades educativas, elaborados por la industria editorial bajo los programas y planes de estudio vigentes, adquiridos por el gobierno y entregados de manera gratuita a estudiantes de escuelas públicas. Era un modelo reconocido internacionalmente.
El proceso que marca la ley para la elaboración de los libros de texto gratuitos indica que deben de publicarse en primer lugar los programas de estudio, para que después, con base en esos programas, se puedan elaborar los libros de texto.
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En esta ocasión se violó este proceso, pues los nuevos libros publicados por el gobierno fueron elaborados bajo una completa opacidad, mucho antes de que se publicaran nuevos programas de estudio. Escribe Gilberto Guevara Niebla en la revista Nexos de septiembre de 2023: “Se puede afirmar que tanto la reforma [educativa] como la elaboración de los libros de texto fueron hechos a espaldas de la sociedad.”
La CANIEM presentó oportunamente una demanda de amparo contra la abrupta cancelación del acuerdo por el que se emitían los lineamientos para la selección, adquisición y distribución de los libros de texto gratuitos del nivel secundaria. Bajo el auspicio del dicho presidencial de que “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley” y a pesar de una suspensión definitiva otorgada por un juzgado, el gobierno federal continuó con la publicación y distribución de estos libros.
- Los libros están mal estructurados, no fueron elaborados por profesionales.
Con demasiada frecuencia se desconocen todos los procesos editoriales que están detrás de la publicación de un libro. En las editoriales hay todo un equipo de profesionales de la edición al cuidado de una obra: editores, revisores, correctores, diagramadores, mercadólogos, entre otros.
Para el caso de un libro de texto el tema se vuelva mucho más complejo. Además de los nombrados antes, interviene un equipo multidisciplinario de especialistas en diferentes áreas: en las diversas materias de las que trate el texto, pedagogos, especialistas en diseño instruccional, etc.
Los LTG no fueron elaborados por profesionales. Carecen por completo de una secuencia lógica para los aprendizajes. Ya no hay libros por materia, sino un intento de tomo enciclopédico al que se le llama “el libro de los saberes”, en donde aparece una revoltura de información, sin orden ni estructura lógica. Bajo esas condiciones, es un milagro, apoyado por el esfuerzo de los maestros, que los niños logren aprender algo.
- Los libros están plagados de errores, muchos de ellos graves.
- El objetivo es el adoctrinamiento ideológico.
El propósito de la educación es proporcionarles a los alumnos las herramientas para que puedan desplegar todo su potencial y desarrollarse plenamente en sociedad como ciudadanos informados y participativos.
Esto se logra con la transmisión de conocimientos basados en la evidencia y la ciencia, en hechos comprobables, en donde las opiniones subjetivas no tienen lugar. Lo fundamental son las capacidades de lecto-escritura, las matemáticas y las ciencias.
Dice la maestra Irma Villalpando que: “Las habilidades cognitivas que ofrece la comprensión lectora, las matemáticas y las ciencias son una conditio sine qua non para el despliegue de capacidades que todo estudiante necesita, tanto si desea desarrollarse en el terreno tecnológico-científico como en las ciencias sociales y humanas.”
Las posiciones ideológicas son opiniones subjetivas que no tienen lugar en el salón de clase. Por eso los padres de familia nos oponemos a que en los primeros años escolares se les adoctrine a los niños, como dice en los LTG, que “la sociedad se divide en dos: los opresores y los oprimidos, y deben poder identificar a cuál clase pertenecen”. ¿Qué se espera que responda un niño de 6-7 años? Es un discurso basado en el resentimiento social.
La lucha de clases es una posición ideológica, por definición subjetiva, que, además de que ha demostrado un rotundo fracaso en todos los países comunistas del mundo a lo largo del SXX, millones de personas no estamos de acuerdo con ella y por tanto no tiene cabida en la educación básica.
Más adelante, en la preparatoria, se pueden discutir y contrastar diferentes posiciones ideológicas, pero para ello es necesario, primero, desarrollar la comprensión lectora. Hoy la mitad de nuestros jóvenes de 15 años no entiende lo que lee.
Más allá, la periodista María Cabadas da cuenta en un reciente reportaje en este diario que: “De acuerdo con los resultados de la última evaluación diagnóstica que aplicó la desaparecida Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Evaluación Continua (Mejoredu) al inicio del ciclo escolar 2024-2025, ocho de cada 10 estudiantes que cursaron tercero de secundaria no mostraron un aprendizaje plenamente desarrollado.”
El plena era del conocimiento, esto es una tragedia que condena a generaciones de nuestros jóvenes a un futuro de miseria y subdesarrollo.
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