Entre diciembre de 1999 y enero de 2003, Joan Didion llevó un registro de las terapias con un psiquiatra al que había empezado a acudir semanas atrás. Los apuntes conforman las entradas de un diario que es al mismo tiempo una serie de cartas, pues están dirigidos a su esposo, el también escritor y guionista de cine John Gregory Dunne. El documento fue hallado cerca del escritorio de la novelista y periodista estadounidense poco después de su muerte el 23 de diciembre de 2021. Didion no dejó instrucciones acerca del manuscrito, pero sus herederos, los hijos de su difunto hermano, lo entregaron a la Biblioteca Pública de Nueva York como parte del archivo Didion/Dunne sin poner restricciones a su acceso y, en una decisión que no ha estado exenta de controversia, sus editoras lo publicaron bajo el título de Apuntes para John (Random House, 2025).

Las notas, correspondientes en su mayoría al año 2000, registran las conversaciones de Didion, que residía en Nueva York, con el destacado psiquiatra Roger MacKinnon. La escritora de entonces sesenta y cinco años había empezado a ir a verlo para aliviar su depresión, debida en parte al alcoholismo de Quintana Roo, la hija a quien ella y John habían adoptado al nacer. Son varios los temas que Didion analiza en las sesiones: el trabajo como medio para combatir la ansiedad, la infancia durante la Segunda Guerra Mundial, la “monolítica” relación con John, el enfrentamiento de la enfermedad (un cáncer ya remitido del que nadie sabía excepto John) o la llegada de la vejez. Pero es el análisis de su compleja relación con Quintana, que su médico no duda en calificar como interdependiente, la que cobra mayor peso en los informes.

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Joan Didion, escritora y periodista estadounidense, autora de ensayos y memorias influyentes; ganadora del National Book Award por The Year of Magical Thinking. Crédito:  Library of America
Joan Didion, escritora y periodista estadounidense, autora de ensayos y memorias influyentes; ganadora del National Book Award por The Year of Magical Thinking. Crédito: Library of America

En sus notas, la escritora de Sacramento, California, va dando cuenta de los altibajos en la rehabilitación de su hija: las hospitalizaciones, la sobriedad, las recaídas e incluso la complicada y desalentadora sesión que ambas tienen con el doctor Kass, psiquiatra de Quintana. Las entradas también detallan la ansiedad que el proceso desencadena en la escritora y por supuesto en su hija, que al inicio de las sesiones de Joan tenía treinta y tres años: “Básicamente [mis angustias respecto a Quintana] consistían en que se deprimiera hasta el punto de estar en peligro”, expresa en las primeras páginas.

Conforme transcurren las sesiones, Didion se va haciendo consciente de cómo la ansiedad ha mediado desde siempre el vínculo con su hija, que había sido diagnosticada con trastorno de personalidad. Para llegar a esas revelaciones, la autora indaga en su memoria, en la manera en que crio a Quintana o en su propia relación con sus padres, y realiza un extraordinario trabajo de asociación que le permite, entre otras cosas, reconocer el miedo al abandono de Quintana y su propio miedo de perderla, que la ha llevado a sobreprotegerla desde que era una niña: “Dije que sabía que había sido físicamente sobreprotectora con ella. Cuando era muy pequeña no tenía miedos físicos, y yo le metí tanto miedo con el agua que le costó un tiempo aprender a nadar. Me daba muchísimo miedo que le pasara algo”.

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Las entradas del diario constituyen un duro retrato, potente en su desnudez, del apego entre Didion y Quintana. La honestidad de la autora muestra ese vínculo en sus diversos matices y claroscuros. En un momento expresa, por ejemplo, cierta culpa por la dependencia de Quintana hacia ella: “he empezado a preguntarme si ha sido necesario, para mantener mi imagen de mí misma como joven y poderosa, mantener a Quintana como un bebé, dependiente de mí”. Pero en otro confiesa que a veces no puede evitar sentir algo de resentimiento hacia su hija, cuya adicción al alcohol la ha agotado y coincidido con su “crisis de la tercera edad”.

La nota que en el libro antecede a las cuarenta y seis entradas destaca el registro de la sesión a la que también asistió John el 7 de junio de 2000: “así que se puede asumir que los informes no eran simplemente para ponerle al corriente. No necesitaba que le informaran de qué se habló ese día. Él estaba allí”. ¿Para qué eran? No lo sabemos y quizá no lo lleguemos a saber. Lo que sí confirma el diario, me parece, es el afán de la autora de registrar y pensar los momentos críticos de su vida. Algo que antes de que saliera a luz este escrito ya había acometido de manera espléndida en El año del pensamiento mágico (2005) y Noches azules (2011), libros en los que relata respectivamente su duelo por la muerte de John y la de Quintana. John había muerto de un infarto el 30 de diciembre de 2003, cinco días después de que Quintana fuera hospitalizada por una neumonía, en la primera de varias crisis de salud que acabarían con su vida el 26 de agosto de 2005, cuando tenía treinta y nueve años. Como Noches azules, Apuntes para John trata sobre Quintana, aunque éste centrado en su adicción al alcohol.

La naturaleza de este escrito, por supuesto, es distinta a la de esas otras obras biográficas. El estilo aquí es directo, cercano al informe, no posee la elegancia y la profundidad ensayística ni el destello poético que Didion alcanza sobre todo en El año del pensamiento mágico. Sin embargo, la capacidad de la autora para narrarse a sí misma también resulta evidente en el diario póstumo, cuya edición no precisa más que de unas cuantas notas al pie para constituir un relato a un tiempo crudo y conmovedor.

En una de las entradas, a propósito de su escritura, Didion alude a la importancia que tiene para ella “la capacidad de análisis y la capacidad de percibir”. Competencias que pone en práctica con respecto a su biografía en el diario recién publicado. Apuntes para John muestra cómo en la terapia y en la escritura, que en ocasiones ampliaba la reflexión de lo dicho en el diván, Joan Didion encontró una vía para el autoconocimiento, actitud que juzgaba trascendental.

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