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México, y particularmente Etzatlán, Jalisco, el pueblo minero al que llegó el escritor y traductor bengalí Anisuz Zaman, le dio no solamente la atmósfera y los elementos para conocer “desde adentro” los temas que Gabriel García Márquez relata en "Cien años de soledad" y llegar a traducirlo al bangla, su lengua natal; sino también le dio el territorio y los fantasmas que logró percibir al hacer la traducción de Pedro Páramo, también al bangla.
Desde hace casi 25 años, Zaman se ha dedicado a la traducción literaria y así lo ha hecho también con obras de otros escritores como Ángeles Mastretta, Alfonso Reyes, Juan Carlos Onetti, Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier y Adolfo Bioy Casares. Actualmente trabaja en la traducción de un libro de Carlos Fuentes y un libro de cuentos de escritores mexicanos contemporáneos, y adelanta que quisiera llevar al bangla un libro con correspondencia de Elena Garro y una novela de Geney Beltrán.
“Yo traduzco, únicamente la literatura que me llama atención”, afirma en entrevista el traductor, músico y escritor nacido en 1962. Asegura que de Juan Rulfo, además de Pedro Páramo, ha traducido varios de sus cuentos pero sólo están publicado en diferentes revistas, no los ha reunidos en un libro.
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Anisuz Zaman acaba de hacer para Ediciones del Lirio la traducción de Pescador del río Padma, escrita por el narrador bengalí Manik Bandyopadhyay, en 1936, y que es considerada la novela mito de Bangladesh, y que es traducida por primera vez al español.
“El pescador de Padma, es el Cien años de soledad bangla, escrito 39 años antes de la novela de García Márquez. Quiero decir que así como Gabriel García Márquez está creando un pueblo nuevo, un mundo nuevo, Macondo, y está hablando de igualdad, esa historia también guía a Pescador de Padma“, señala Anisuz Zaman.
Sin embargo, su proyecto más reciente y quizás más arriesgado es “a escritura de su primera novela Princesa negra de dos estambres, una trama situada en el México posrevolucionarios, que se inspira en Etzatlán, Jalisco, pero que también habla de la guerra Cristera, de migraciones y por supuesto de una historia de amor.
“Alguien dijo alguna vez que ninguna autobiografía es pura, siempre es una ficción y todas las ficciones son una autobiografía, pero además yo no creo que haya ficción pura, la manera de pensar y escribir es distinta, pero los temas están ahí y los han escrito otros y los seguirán escribiendo. Creo que hay muchas experiencias, la mayoría están escritas de una diferente manera o de la manera que me gustaría ver o la manera que yo me imagino y persigo”, asegura el narrador.
Reconoce que esta es una micro historia que muestra una historia macro. “Aunque Princesa negra de dos estambres está sucediendo en un pequeño pueblo de Jalisco, Etzatlán, un pueblo minero, en realidad esa historia de amor y de lucha y de libertad representa todo el mundo. Cien años de soledad es muy popular porque cada lector se puede encontrar en esa historia”, afirma.
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También señala que como antes que escritor fue y es traductor, es seguro que tiene influencias de muchos escritores. “Yo primero empecé a traducir entonces debo de tener muchas influencias de Gabriel Márquez, de Jorge Luis Borges, de Juan Carlos Onetti, de todos ellos debo de tener influencia, aunque uno trata de buscar su propia línea, pero inconscientemente no dudo que es tal la fuerza de la literatura de esos escritores, que pude haberme visto influenciado”.
Igual, agrega, que claramente Gabriel García Márquez, claramente decía que él se sentía influido por Faulkner y por Juan Rulfo, de tal forma que Princesa negra de dos estambres tiene elementos muy rulfianos y una historia absolutamente del campo mexicano.
“Yo traté de contar una trama sin meter mucho mis emociones o ideas políticas o religiosas, pero seguro están allí, porque debo decir que aunque tengo a Bangladesh como mi patria, México es mi país, yo llegué cuando tenía 22 años de edad, hace 40 años que México me adoptó y me siento mexicano”.