Hace 250 años Jan Ingenhousz, el médico y botánico holandés descubrió que el fenómeno químico que convierte la energía del Sol en energía química, conocido como fotosíntesis, una función mediante la cual se sustenta la vida en la Tierra. Ahora este proceso podrá ser medido puntualmente desde el espacio.
Una de las misiones espaciales más esperadas del 2025 estará a cargo de la Agencia Espacial Europea (ESA). La misión FLuorescencia EXplorer (FLEX) proporcionará mapas globales de la salud y el estrés de las plantas. A más de 800 kilómetros sobre la Tierra, esta novedosa misión proporcionará información sobre el estado de la vegetación terrestre midiendo el tenue brillo que las plantas emiten cuando convierten el dióxido de carbono y la luz solar en carbohidratos ricos en energía.
Las plantas emiten una pequeña señal fluorescente a medida que crecen, pero que es invisible a simple vista y varía según las condiciones ambientales y la salud de la vegetación; el proyecto espacial ha sido diseñado para detectar y medir este resplandor. La información recopilada se utilizará para mejorar la comprensión de cómo se mueve el carbono entre las plantas y la atmósfera. Además, ofrecerá datos sobre cómo la fotosíntesis afecta los ciclos del carbono y del agua.
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Otra misión de la ESA que se lanzará este año es Biomass, que medirá información sobre el estado de los bosques y cómo están cambiando. Esta misión proporcionará datos novedosos sobre la altura y la biomasa de los bosques, que no sólo incluye el tronco del árbol, sino también la corteza y las ramas, lo que abonará información sobre regeneración y degradación forestal. Los resultados de ambas misiones podrían ayudar a elaborar políticas de protección contra el cambio climático, gestión agrícola y la seguridad alimentaria.
Este año finalmente regresarán a la Tierra los dos astronautas que quedaron atrapados en la Estación Espacial Internacional (ISS). Butch Wilmore y Suni Williams, de la NASA, tenían prevista una misión que duraría 7 días y en los que probarían a la nave Starliner CST-100 para volver a la superficie terrestre; sin embargo, debido a diversas fallas técnicas, los tripulantes siguen en la ISS desde el 5 de junio del año pasado. Los expertos estiman que podrían regresar en la primavera.
La NASA también será noticia por su alianza con la Organización de Investigación Espacial India (ISRO). Juntas lanzarán la nave NISAR, que escaneará, día y noche, gran parte de la superficie terrestre con dos instrumentos de radar. Esto ayudará a los científicos a rastrear precursores de erupciones volcánicas y terremotos, así como desplazamientos de capas de hielo.
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El telescopio James Webb seguirá su valioso trabajo enviando datos más convincentes sobre el Universo; mientras en tierra firme nuevos telescopios, como el Observatorio Vera C. Rubin, en Chile, se preparan para transformar muchas áreas de la astronomía, como observar el Planeta Nueve, un hipotético planeta gigante más allá de Neptuno. Después de más de diez años de construcción y muchísimos recursos financieros (como una donación de Bill Gates de 30 millones de dólares), este sofisticado artefacto podrá detectar materia obscura, así como reconocer objetos pequeños en el Sistema Solar, como asteroides cercanos a la Tierra y objetos del Cinturón de Kuiper. Además de ayudar a detectar eventos ópticos transitorios, como las novas y supernovas, realizará un mapa de la Vía Láctea.
De ARN mensajero y otras cosas
Los especialistas coinciden que este primer cuarto de siglo podría marcar un antes y un después en distintas ramas de la ciencia como la cuántica, la astronomía, la genética y la biología molecular. En este último campo hay muchas esperanzas en el diseño de nuevas vacunas basadas en la tecnología de ARN mensajero que vieron un auge durante la pandemia del Covid-19 y le valieron el Premio Nobel de Medicina en 2023 a los científicos Katalin Karikó y Drew Weissman.
Justo hablando de la pandemia, este 2025 se cumple un lustro de la llegada del virus que paralizó al mundo. Se espera que finalmente este año se logre firmar el Tratado Mundial Contra las Pandemias, impulsado por la OMS. Hubo desacuerdos entre los países miembros sobre las reglas para compartir muestras y secuencias genómicas de patógenos, y para el uso de tecnologías que ayuden a los países de ingresos bajos y medios a producir vacunas, así como medicamentos y kits de pruebas rápidas durante las emergencias. Se espera que los acuerdos que no se lograron el año pasado se concreten este año.
A finales del año pasado la OMS actualizó la lista de patógenos que podrían desencadenar la próxima pandemia, donde incluyó más de 30 microorganismos, incluidos los virus que causan la influenza A, el dengue y el mpox.
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Cabe señalar que la gripe aviar H5N1 muestra vías para evolucionar. Los científicos están alerta ante señales de que el virus se está adaptando a los humanos y se vuelve transmisible entre personas. La gran pregunta que se mantendrá este año es: ¿Este virus podría desencadenar la próxima pandemia?
Los modelos de lenguaje a gran escala LLM (programas de inteligencia artificial que pueden comprender y generar texto en lenguaje humano) y otras formas de IA seguirán sorprendiéndonos, al mismo tiempo que nos mostrarán sus limitaciones, pero la imaginación no tiene límite. China planea probar tecnologías de interfaz cerebro-computadora (BCI) que podrían competir con los implantes fabricados por la firma Neuralink de Elon Musk.
El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China planea desarrollar dispositivos que utilizan la información neuronal para aplicaciones que van desde la rehabilitación médica hasta la realidad virtual.
Uno de estos productos es NEO, una BCI inalámbrica y mínimamente invasiva con ocho electrodos colocados sobre la corteza sensoriomotora del cerebro, diseñada para restaurar el movimiento de la mano en personas con parálisis. Los ensayos clínicos para NEO iniciaron en 2023, y los primeros resultados mostraron que un participante con lesión de la médula espinal pudo comer, beber y agarrar objetos después de nueve meses de usar la BCI en casa. El plan es realizar ensayos más grandes en 2025.
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Pasado, presente y futuro
Las principales revistas científicas hablan de la importancia que cobrarán los medicamentos GLP-1 que han demostrado gran eficacia contra la obesidad. Se dice que mostrarán efectos positivos en otras enfermedades, pues también ejercen acciones más allá del control de la glucosa y el peso, como la reducción de enfermedades cardíacas y renales.
La ciencia cuántica avanza para ser más precisa. Brindará nuevas posibilidades para los graves problemas de la actualidad relacionados con la salud, el cambio climático, las comunicaciones, el agua limpia y la energía. Incluso, el 2025 fue elegido como Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuántica, ya que reconocen 100 años desde el desarrollo inicial de la mecánica cuántica.
Confiando en un futuro de escalas atómicas, la ciencia también se sumerge en el pasado. El año en curso, los científicos esperan dar pasos adelante en la identificación de firmas químicas en los huesos de personas fallecidas hace mucho tiempo, ofreciendo nuevos tipos de pistas sobre su comportamiento.
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Los arqueólogos forenses e investigadores biomédicos han rastreado durante mucho tiempo los metabolitos de los alimentos, bebidas y medicamentos que consumen las personas en muestras de su tejido bien conservado. Los investigadores están examinando cambios metabolómicos en los huesos de personas que vivieron hace siglos para entender mejor enfermedades como la tuberculosis y la peste, y su impacto social.
Los expertos en salud pública y responsables de las políticas esperan ver este año una reducción notable en los casos de malaria y muertes de niños en los 17 países donde se han implementado dos vacunas contra la malaria a gran escala. Por otra parte, la industria farmaceútica se prepara para el lanzamiento de la primera nueva clase de medicamentos sin opioides para tratar el dolor agudo. Una novedad en más de 20 años.
Nuevas ventanas se abren este 2025 que inicia su rumbo.