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En Totolapan, altos de Morelos, la tragedia no tiene fin. 14 horas después de la explosión de un taller de pirotecnia sus habitantes siguen encontrando fragmentos de cuerpos humanos, esparcidos en un radio de unos 250 metros.
Quienes caminan por la calle Santa Barbara, la carretera federal Totolapan-Xochimilco y aquellos que cruzan los campos situados al pie del cerro, donde se localizaba el polvorín, observan recurrentemente el suelo para evitar pisar algún resto humano que salió expulsado por la fuerza de la onda expansiva; hay muros salpicados con sangre y huellas de restos humanos en interiores de negocios.
La intensidad de la explosión provocó la muerte de siete personas y 15 más resultaron heridos, sin embargo, la cifra pudo modificarse en el transcurso del día, según informó Protección Civil estatal.
La onda expansiva también causó daños materiales en 20 hogares, algunos de ellos lucen con puertas y cortinas de hierro destruidas, así como techos de lámina de asbesto hecho pedazos.
La cinta de acordonamiento fue colocada en un radio de casi 400 metros y desde la noche del lunes, 20 de marzo, los vecinos localizaron restos de las víctimas, la mayoría de ellos pertenecientes a la familia Carranza, conocidos en la región de los altos de Morelos como expertos en la elaboración de juegos pirotécnicos para las fiestas patronales.
En esta ocasión los Carranza trabajaban sus productos ante la cercanía de las fiestas regionales del Quinto viernes de cuaresma. 12 de sus integrantes, contaron algunos familiares, se encontraban en el cuarto principal con una visita. En el cuarto contiguo también almacenaban pólvora y enseguida había un corral de borregos.
En esa casa, cimentada a mitad del cerro Santa Barbara, priva un pesado ambiente de duelo y los ayes de dolor de los familiares y amigos de los Carranza se escuchan hasta la carretera federal.