Fue la celebración del desdén, la que confirmó un boleto que selló el error de la portera Alejandría Godínez. Jacqueline Ovalle fue la jugadora de los Tigres que mostró menos efusividad mientras las miles de gargantas felinas explotaban en el estadio BBVA , que es el hogar de su más acérrimo adversario, pero también ha sido testigo de gloriosas páginas para el club universitario.

Es cierto que la anotación de María Paula Salas (80’) otorgó dramatismo a una semifinal que tuvo de todo... Hasta un símil del diluvio universal durante gran parte del encuentro, pero las Tigres sabían que el tanto de Ovalle (77’) las ponía en su octava final en la historia (ningún club presume más).

Aunque el punto de quiebre del clásico regiomontano llegó en el 37’, cuando Godínez no supo cómo atacar un balón en saque de esquina y Mia Fishel no perdonó. El Monterrey tenía el boleto a la serie por la corona... Hasta que su arquera se equivocó.

Electrizante 2-2 (3-4 global) que puso a las visitantes en la instancia definitiva, donde se medirán con el América, tal como ocurrió en el Apertura 2018, torneo que significó el único cetro que hasta ahora tienen las Águilas. Las Tigres presumen cuatro, porque son la franquicia más dominante en la aún corta historia de la Liga... Y jugarán la vuelta en el Volcán.

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