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¿Inocente o culpable?, ¿víctima o victimario? El 5 de marzo de 2022, la vida le cambió a Amílcar Rafael, uno de los líderes de la barra La Resistencia, la que apoya a los Gallos Blancos.
Estuvo presente en La Corregidora, esa tarde en el que el futbol se tiñó de rojo, cuando las aficiones del Querétaro y el Atlas se agredieron, provocando castigos penales y deportivos.
De inmediato, todo México señaló a Amílcar Rafael como el autor intelectual, el culpable, lo que provocó que fuera perseguido, amenazado, sin pruebas concretas en su contra.
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Abogado de profesión, con un máster en negocios de futbol en el Instituto Johan Cruyff, cuenta su historia.
Acepta que estaba en el estadio: “Me toca coordinar el mosaico en la cabecera norte. Estoy en la planta alta. Desde ahí veo todo lo que sucede. No me muevo de mi lugar. Veo la pelea desde la cabecera contraria... No me toca ver las imágenes dantescas de gente en el piso con sangre. Veo todo desde muy lejos, esperando que la seguridad pública entre y pare todo... La pelea se detuvo, pero porque ya no había con quien pelear”, relata, en exclusiva con EL UNIVERSAL Deportes.
Salió una hora después y comenzó su calvario: “A las dos o tres horas, en las redes sociales se había filtrado la dirección de mi casa, de mi negocio. En Google Maps pusieron una flecha para señalar dónde trabajo”.
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Todo fue un caos. Su vida cambió: “Se comienza a decir cualquier tipo de cosas de mí. Que tengo vínculos con no sé quién, que soy tratante de blancas, que recibía tres mil cortesías por partido, que recibía sueldo... De todo eso, no hay una sola prueba”.
“Saco a mi familia de casa. Recibí más amenazas de muerte. Tengo más enemigos que lo que alguien quisiera. En un arranque de desesperación, busco proteger a mí y a mi familia. Analizamos que alguien pueda querer dañarnos”, dice.
Acepta que es un tipo sui géneris: “Soy un abogado al que no le gusta usar traje, que tiene el pelo largo y al que le gustan los tatuajes. Yo no soy millonario, no tengo guaruras. Camino solo, no tengo armas... No tengo auto blindado, ni escoltas. No me respalda el barrio. Sólo veo por mi seguridad y de mi familia. Me pusieron como prófugo, y sin ninguna prueba”.
Las autoridades lo buscaron “y fui a presentar mi declaración, sin ampararme ni nada. Alguien dijo que fui el sapo, que fui a señalar a gente, y eso es mentira. No soy investigador, ni fiscal, ni juez”.
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