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El Tottenham Hotspur vivió otra decepción, otra de esas noches agrias a las que está acostumbrada la afición 'Spurs' y que esta vez se transformó en un apagado y gris encuentro que estuvo lejos de remontar ante el Milan (0-0), que vuelve a cuartos de final once años después y a codearse con los mejores de Europa.
Serán 16 los años que el Tottenham estará sin ganar un solo trofeo, con todas las competiciones perdidas en marzo y con el único aliciente que echarse a la boca un cuarto puesto en la Premier League que ya flojea por el acecho del Liverpool.
Incluso esta eliminación, triste y temprana, puede poner el punto y final a la etapa de Antonio Conte en el norte de Londres. Un romance que nunca ha acabado de cuajar, ya que el italiano no ha podido desplegar su sello en los 'Spurs', muy nutridos en ataque, pero poco en defensa.
Este miércoles, con el frío y la lluvia arreciando en la capital inglesa, el Tottenham creyó que su afición y su artillería sería suficiente para pasar por encima de un Milan que trajo un notable 1-0 de la ida y que jugó a encerrarse todo el partido.
Ahí se vieron las carencias en estático de un Tottenham que esperaba que a Kane se le encendiera una bombilla o a que Heung-min Son, seguramente en su peor temporada en Londres, tuviera una chispa de gracia.
Ese era el deseo de los jugadores, mientras que los aficionados entendían que al menos habría un arrebato de orgullo, un asedio constante, una caída de los italianos por pura insistencia. Si los milaneses iban a estar agazapados todo el encuentro, marcar uno y forzar la prórroga sería el mínimo exigible para los londinenses.
Tremenda sorpresa se llevaron cuando las mejores ocasiones del partido fueron para los italianos, siempre cómodos en ese papel de mártires. Un error de Messias, en posición inmejorable, y una buena parada de Forster a una tijera del incombustible Giroud, estuvieron cerca de terminar la fantasía del Tottenham mucho antes.
La eliminación no se consumó hasta que Clement Turpin pitó el final, pero el Tottenham, durante más de 20 minutos, fue un muerto en vida sobre el césped. Cualquier atisbo de remontada, con un disparo de Pierre-Emile Hojbjerg bien parada por Maignan y un cabezazo desviado de Kane, lo cercenó rápido Cristian Romero, expulsado tras una dura entrada a Theo Hernández.
El ánimo de los 'Spurs' decayó, hasta el punto de depresión, y solo lo levantó un paradón de Maignan a tres minutos del final. El arquero francés repelió por puro instinto y reflejo un cabezazo de Kane picado. Una parada que vale una eliminatoria y que elimina al Tottenham en octavos por tercera vez en sus últimas cuatro participaciones en la Champions League.
Once años después, el Milan vuelve a los cuartos de final de la Champions, vuelve a sentirse un grande y vuelve a optar a un título que se le resiste desde 2007.