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La temperatura en el Monte Everest varía entre 20 y 70 grados bajo cero durante el año. El Lhotse —montaña vecina—, es la cuarta más alta del mundo. Más de 300 alpinistas han perdido la vida en en el intento de llegar a la cima, estos cuerpos son utilizados como puntos de referencia.
José Luis Sánchez Fernández tocó ambas cumbres en la misma expedición —en 23 horas—, y se convirtió en el primer latinoamericano en logararlo en menos de un día.
Después de hacer historia, José Luis descansa en Kathmandú, capital de Nepal, donde se recupera del desgaste físico que impone este tipo de pruebas.
En entrevista con EL UNIVERSAL Deportes, el capitalino de 43 años de edad, relató la historia de su hazaña.
“Son días de mucho sufrimiento donde no paras de escalar por diez horas, sólo haces pausas para tomar alimento, tienes que bloquear la cabeza, o divagar un poco, porque si te fijas mucho en lo que estás haciendo, el sufrimiento terminará matándote”.
Antes de escalar el Everest y el Lhotse, que tienen una altitud de 8 mil 848 y 8 mil 516 metros de altura sobre el nivel del mar, respectivamente, Fernández tuvo que prepararse durante dos meses, física y mentalemente.
El 21 de mayo, a las 22:30 horas, tiempo en Nepal, el mexicano meditaba dentro del campamento 4 (C4), ubicado en el collado sur. El sitio ideal para atacar las dos cimas.
Tras ocho horas en dicho campamento, José Luis, ocho compañeros y un grupo de sherpas (pobladores de las regiones montañosas), lograron tocar el pico del Everest, la montaña más alta en el mundo a las 6 horas con 30 minutos del martes 22.
“Te preparas, subes, llegas, te tomas las fotos y, 10 o 15 minutos después, inicias el descenso porque te sofocas”, declaró el mexicano, vía telefónica desde su casa de campaña, todavía en Nepal.
Después de alcanzar la cumbre, José Luis y sus compañeros regresaron al C4 alrededor de las 10 de la mañana para recargar energías, antes de escalar el Lhotse.
De los ocho acompañantes, sólo él, un auxiliar (canadiense) y tres sherpas, tomaron la ruta de ocho kilómetros y medio para una nueva fotografía.
El capitalino confesó que la capacidad mental juega mucho más en este tipo de pruebas. Lo físico pasa a un segundo plano.
“Todos pueden correr, cualquiera puede ejercitrarse, pero para escalar, necesitas tener la cabeza muy preparada, una capacidad mental especial para aguantar tantas horas en la montaña”.
Durante el camino para tocar la punta del Lhotse, José Luis nunca pensó en lo que se convertiría en una nueva hazaña. En ningún momento le pasó por la cabeza lo que el chileno Hernán Leal había conseguido pocas horas antes —la misma hazaña, aunque en dos días de recorrido—.
“Si ves a cada rato el reloj o piensas cuánto tiempo te falta puedes dejarte vencer por el frío, te pueden evacuar e, incluso, hasta morir”.
Fue por eso que Fernández prefirió acordarse de su esposa, sus hijos, y disfrutar del paisaje, pero “sin olvidarme de ver por dónde piso”.
A las 11 de la noche de ese mismo martes inició su travesía final.
Al tocar el punto más alto del Lhotse—el jueves 24 a las 5:30 de la mañana—, el mexicano cambió la historia del alpinismo nacional.