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Si hay un deportista que generó un cambio en 2017, ese fue Colin Kaepernick.
El ex mariscal de campo de los 49ers de San Francisco inició lo que se convertiría en un movimiento deportivo con repercusiones hasta en los más altos mandos del poder estadounidense.
Todo comenzó un 14 de agosto de 2016, previo al primer juego de pretemporada de los 49ers ante los Texans de Houston, cuando Colin prefirió no entonar el himno nacional norteamericano y permaneció sentado en la banca como símbolo de protesta por los abusos policiales que se habían cometido semanas atrás a personas afroamericanas en diferentes partes de Estados Unidos.
“No me levantaré a mostrar mi orgullo por la bandera de un país que es opresivo contra personas de color. Para mí eso es más grande que el futbol y sería egoísta de mi parte mirar para otro lado”, argumentó Kaepernick en una entrevista publicada en el sitio de la NFL.
Para el 1 de septiembre de 2016, ante los Chargers de San Diego, Colin no solo no entonó el himno; esta vez se arrodilló. Su vida no volvió a ser la misma.
Su nivel de juego bajó radicalmente; perdió la titularidad y se convirtió en agente libre. Este 1 de enero, se cumple un año sin que el QB juegue un partido profesional y no se ve por donde pueda regresar a los emparrillados. Pero el apellido Kaepernick sigue teniendo resonancia.
Casi un año después de la primera manifestación, Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América, prendió la mecha que detonaría un movimiento parecido al de Muhammad Ali o Jackie Robinson. El apogeo del activismo deportivo.
Stephen Curry, basquetbolista, los Golden State Warriors, había declarado sus intenciones de no visitar la Casa Blanca, y Trump aprovechó para vetar a los actuales campeones de la NBA. Los basquetbolistas fueron los primeros en meter presión y manifestarse públicamente ante las políticas del presidente. Sin embargo, la NBA les exige a los jugadores estar de pie durante el himno nacional. La NFL solo lo sugiere, y algunos futbolistas se arrodillaron hartos de las políticas del dirigente.
Días después, Trump llamó hijos de puta a los jugadores y les exigió a los dueños de los equipos de la NFL despedir a cualquiera que se arrodillara o no entonara el himno norteamericano.