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Dice Sarah Murray que el equipo de hockey sobre hielo que dirige, que reúne a jugadoras de Corea del Sur y Corea del Norte y el sábado debuta en los Juegos Olímpicos de invierno , no está basado en aspectos geográficos o políticos, sino en resultados.
En el último entrenamiento antes de enfrentar a Suiza , la entrenadora canadiense divide al equipo en dos grupos, aunque tanto en el A como en el B hay surcoreanas y norcoreanas. El difícil escenario imaginado por Murray parece haber quedado atrás. Aun si no tuviera éxito deportivo, el equipo conjunto es ya una de las grandes historias del certamen.
En principio, la entrenadora no estaba tan feliz con el acuerdo entre las dos Coreas, que en una reciente decisión histórica, avalada por el Comité Olímpico Internacional (COI), pactaron ir al certamen invernal con un equipo conjunto en el hockey femenino sobre hielo.
Pero en medio del consenso positivo que recibió el anuncio, no tuvo otra alternativa que aceptar el acuerdo. Al fin y el cabo, el equipo no solo es una señal de unidad en momentos de distensión entre las dos Coreas, sino también el primero que ambos países tienen conjuntamente en unos Juegos Olímpicos desde la separación política de la península.
"No estamos aquí para hacer una declaración política, sino para ganar. Se trata de nosotros y no de política. Se trata de nuestro equipo y de que somos competitivas", dijo hoy, no obstante, la entrenadora de 29 años, que dirige un plantel de 35 jugadoras, de las cuales 12 son de Corea del Norte.
Sin casco y con el cabello rubio atado, Murray patina sobre el campo y da órdenes a los grupos de entrenamiento, que tienen pecheras rojas, verdes, azules y blancas.
Murray habla fuerte, con energía e inequívocamente en inglés, y es exactamente eso lo que las jugadoras captan. A pesar de los miedos iniciales, la llegada y la integración de las doce jugadoras norcoreanas parece funcionar. "La química es mejor de lo que podía esperar. Es fantástico", dijo Murray.
Hay muchas cámaras en el último ensayo antes del debut ante Suiza. Además de los periodistas locales, hay representantes internacionales, que suman en total más de 100 espectadores, más de lo habitual para un entrenamiento de hockey sobre hielo femenino.
La entrenadora temía una atmósfera hostil y poca unidad. Sin embargo, las jugadoras también comen juntas. "Esa es nuestra familia y es maravilloso", señala Murray, que fue jugadora y entrena a Corea del Sur desde 2014.
El nivel de los dos países no es alto: ninguno de los dos se clasificaría normalmente al certamen. Pero el éxito deportivo queda en segundo plano ante la fuerza de unión y cohesión del deporte. Thomas Bach, presidente del COI, describió así la unión como "un gran símbolo del poder unificador del deporte olímpico".
Pese a ello, algunas jugadoras surcoreanas debieron ceder su lugar tras el anuncio del equipo conjunto, en lo que fue una decisión difícil para Murray. "Me pregunté: ¿cómo debe funcionar? Ahora puedes olvidarte del espíritu de equipo", señaló la canadiense.
Pero no fue así. El entrenador norcoreano llegó con voluntad de unirse, sus jugadoras con mucha curiosidad. "Preguntan mucho. Quieren saberlo todo. Las reuniones del equipo ya son de 15 minutos, porque ahora debo pararlas después de una hora", explica Murray.
Según el acuerdo, tres norcoreanas deben jugar contra Suiza. A poco del comienzo del torneo, la sintonía es notable: los sentimientos de enojo y envidia han dado paso a otros. "Sí, si jugamos bien, podemos ganar el juego", dice Murray, enfocada exclusivamente en el debut.