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El Real Madrid , bajo el influjo del espíritu competitivo con el que se manejó durante toda su exitosa carrera su técnico, Raúl González, se coronó y se adjudicó por primera vez la Liga de Campeones Juvenil al imponerse al Benfica (2-3) en Nyon.
El exdelantero blanco, técnico del Castilla que tuvo que hacerse cargo del cuadro juvenil para este torneo ante la marcha al Panathinaikos de Dani Poyatos, logró que el cuadro blanco, que se estrenaba en una final continental, alzara por fin el trofeo Lennart Johannson en honor, denominado así en honor al expresidente de la UEFA.
Lo hizo ante una de sus bestias negras en el concierto europeo, que le había apeado en dos semifinales y que en la presente edición había sido dominador ante todos sus rivales, incluído el Liverpool en octavos y que también marcó más de tres tantos ante Dinamo de Zagreb y Ajax.
Ni siquiera el mayor desgaste acumulado estos días por el conjunto de Raúl -disputó un partido más al no poder celebrar su partido ante el Juventus antes de la pandemia-, ni la baja tremendamente significativa de su '9' titular e indiscutible, Juanmi Latasa, por sanción, ni la lesión sufrida por el autor del primer gol, su sustituto, Pablo Latasa, ni las posteriores de otros compañeros ni la calidad ni el poderío físico de los pupilos de Luis Castro impidieron al Real Madrid proclamarse campeón.
Lo hizo, como en las victorias sobre el Juventus, el Inter y el Salzburgo, tres oponentes también muy potentes, gracias a esa competitividad y a la solidaridad en el trabajo defensivo en un partido en el que pasó de tenerlo bastante encarrilado a saber sufrir de forma agónica para mantener el triunfo.
Pese a disponer el conjunto benfiquista de un buen juego combinativo y de puñales por las bandas, el Real Madrid frenó todos los caminos hacia el meta Luis López y contó con a clarividencia, habilidad y precisión de Sergio Arribas, quien de nuevo deslumbró por su clase y visión, para desequilibrar a la fornida zaga lusa.
Arribas y Pablo Rodríguez ya avisaron en el minuto 9, pero Filipe Cruz, muy atento, taponó el remate del delantero madridista. Poco antes de la media hora, entre ambos fabricaron el inicio del triunfo. Centro el talentoso zurdo y remachó de cabeza el atacante, quien casi de inmediato se tuvo que retirar desolado por un problema en la parte trasera de su muslo izquierdo.
Asentó aún más el gol al Real Madrid, cuyo entramado de contención funcionó como una maquinaria perfecta en una primera mitad modélica que acabó con el segundo tanto, generado de nuevo en una escapada de Sergio Arribas, cuyo centro fue introducido en su propia meta por Henrique Jocu.
Pero como le ocurrió en la semifinal ante el Salzburgo, en el inicio del segundo periodo dio vida a su rival. En Benfica, que no había hecho trabajar a Luis López, se encontró con el 1-2 con un tanto de Gonçalo Ramos a puerta vacía después de que el meta madridista hubiera hecho dos magníficas paradas consecutivas.
En cambio, en esta oportunidad respondió de inmediato y tan solo un minuto después Miguel Gutiérrez culminó un centro desde la derecha de Marin Park para establecer el 1-3 que devolvía los dos tantos de ventaja y frenaba a un Benfica que aún así no se rindió y volvió, también muy pronto, a acortar distancias con otro tanto de Gonçalo Ramos, esta vez de cabeza a la salida de un córner.
Toda la fortaleza atrás que había mostrado el Real Madrid se iba al traste por momento el ataque del cuadro portugués, que volvía a creer en la remontada. Ni siquiera amainó su presión en unos minutos en los que de un plumazo se tuvieron que ir por problemas físicos Umaro Embalo, Marin y Miguel Gutiérrez.
Raúl se vio obligado a modificar su zaga para aguantar, pero una acción de Pablo Ramón sobre Henrique Araujo fue señalada como penalti. Y ahí emergió la figura de Luis López para detener el lanzamiento del capitán benfiquista, Tiago Dantas, y aplacar el chaparrón.
Carlos Dotor e Iván Morante tampoco pudieron aguantar en el campo. El físico estaba diciendo basta. Raúl recurrió a Óscar Aranda y Peter González. El partido se convirtió ya en una cuestión de resistir y de supervivencia, tanto o más que contra el Salzburgo, y hasta de tener algo de fortuna.
Entre ese espíritu, las intervenciones de Luis López y el larguero en un disparo a bocajarro de Henrique Araujo en la prolongación, el Real Madrid pudo de una vez, tras tanto sufrimiento, festejar su primer título europeo de la categoría.
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