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Desde que Juan Reynoso tomó al Cruz Azul, no había existido un equipo que lo superara como lo hizo Monterrey en el juego de ida por las semifinales de la Liga de Campeones de la Concacaf.
Pero aún con el dominio, con tantas llegadas a gol que tuvo el cuadro dirigido por Javier Aguirre, a los Rayados sólo les alcanzó para ganar 1-0, dejando la serie abierta para la vuelta que se realizará en un mes.
Los regios comenzaron como una verdadera tromba en el campo, ganando al 100 por ciento la media cancha y generando varias opciones de peligro sobre el arco del novato Andrés Gudiño.
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Cuando cayó el gol de Maxi Meza
(8’), parecía que se vendría la noche para los cementeros, que tomaron aire gracias al guardameta que sacó mínimo dos remates donde ya se gritaba gol.
Al paso del tiempo Cruz Azul superó el vendaval rayado y hasta generó varias opciones de gol, no muy claros pero ya levantando la cara. Fácilmente, La Máquina tuvo dos para celebrar, pero al portero Andrada estuvo atento, al igual que la defensa regia con buenos cruces.
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En la segunda parte, Monterrey volvió a tomar aire, siguió jugando fuera del área cementera y las jugadas de peligro se presentaron, siendo la más clara un remate de Funes Mori, desviado de forma majestuosa por Gudiño.
Cruz Azul fue por su resto, entraron Santiago Giménez y Bryan Angulo tratando de empatar al final del juego, pero de la misma forma, conformándose con la desventaja de un gol, pues se sabe bien que las series a ida y vuelta pueden reescribirse.
Es verdad, la Máquina cayó, fue superada de principio a fin en la cancha, pero sólo cayó por un gol, un tanto del que muy bien pueden recuperarse en la vuelta a celebrarse en la cancha del Estadio Azteca.
Y Javier Aguirre
no debió salir muy contento aún con la victoria en la bolsa, porque tenía la oportunidad de liquidar la serie, y dejó vivir al Cruz Azul.