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Poco a poco la magia que traía consigo Maradona se acaba. Y Dorados despierta a su realidad.
Gallos Blancos
le mete dos, sólo dos, y los de Sinaloa apenas responden. 2-1 y los de Querétaro clasifican a los cuartos de final de la Copa MX.
¿Y Diego Armando Maradona?
Como si no hubiera venido. Un equipo norteño que ni siquiera mostró algo, energía, casta. Todo eso que se presumió en la presentación del argentino, se terminó, como la magia que tanto profesa los maradonianos, magia de la que ya queda muy poca.
Juego para no desgastarse mucho. Rafael Puente Jr. formó un cuadro mixto, muchos jóvenes reforzados con algunos “veteranos” y listo. Dos tiros libres, dos goles de Camilio Sanvezzo y listo. Dorados que mostró a su mejor cuadro posible, ni cosquillas hizo, sólo al final en un intento de reacción con gol de Fernando Arce.
SIETE MINUTOS
La magia le duró apenas siete minutos al equipo de los Dorados. Cuando Camilo Sanvezzo se paró cerca de la pelota para cobrar el primer tiro libre de la noche, todo terminó. Pelota pateada desde muy lejos, pero lo suficientemente angulada para vencer a Gaspar Servio.
Diego
sólo dio un manotazo al aire, sentado al lado de Luis Islas.
El astro no estuvo muy activo en el terreno de juego. No se paró, no dio instrucciones, no desquitó su sueldo y como Maradona no se entrometía en el partido, ni Islas y menos Mario García lo hacían.
Vino otro tiro libre. Esta vez Servio puso a un defensa pegado al poste, por si las dudas… Ni eso resultó. Otra vez Sanvezzo la colocó en el ángulo, y el defensa que se paró en el poste ni vio el balón.
Apenas iban 20 minutos del partido y el juego parecía ya decidido. Tanto así que Gallos dejó de aletear, dejó llegarse por los Dorados que sólo le metían entusiasmo pero nada de técnica, menos táctica. Hasta los 40 minutos Luis Islas se levantó de la banca a darle instrucciones al portero, y sólo así Maradona levantó su humanidad para acercarse a oír lo que se decía… Fuera de eso, como si no hubiera venido.
Y en el segundo tiempo tampoco llegó. Gallo sobrellevó el juego y como vio que Dorados no tenía con qué ofenderlo , dejó que el tiempo corriera y pasara, sin que nada se le pusiera enfrente, porque no había rival, no había técnico…
A lo más que aspiraban los sinaloenses era a un error de Tiago Volpi por su necedad de jugar el balón con los pies.
Nada pasó. Nada pasaba hasta cerca de la final del juego. Ahí, gracias a la desesperación, Dorados se acordó de que se podía tirar a la portería contraria. Primer disparo al poste; segundo, precedido de un fuera de lugar marcado por el asistente e ignorado por el central, gol de Fernando Arce Jr.
Se acabó el juego y el Diego dio señales de vida. Salió a aplaudirle a sus jugadores y ya... Con eso, muchos salieron satisfechos.