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Por primera vez desde que volvió al equipo que lo vio nacer como futbolista, Guillermo Ochoa mantuvo su arco en cero.
Aunque el Puebla , rival del América esta noche, no lucía como una amenaza y pintaba para ser la luz al final del túnel para el cancerbero de las Águilas, la exigencia no faltó, pero tampoco lo hizo la calidad del portero jalisciense.
A lo largo de su carrera, el portero americanista ha sido fuertemente criticado por su falta de seguridad al salir a jugar el balón en lo alto; sin embargo, en las dos ocasiones que se requirió ante La Franja, resolvió acertadamente.
Ochoa
hizo además tres atajadas que le valieron el aplauso del graderío, que parecía olfatear el cero en su portería y el fin de la crisis que los ha dividido entre los que culpan a la zaga y los que responsabilizan al guardameta.
En el momento que el árbitro pitó el final del encuentro, los defensores centrales Bruno Valdez y Emmanuel Aguilera voltearon y abrazaron con efusividad a Ochoa, en una clara muestra de que, por más que se le restara importancia públicamente, la puerta en blanco era una urgencia en Coapa.
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