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Desde el momento en que cayó el primer objeto al bus de los jugadores del Boca Juniors empezó la especulación sobre qué estaba pasando y qué pasaría.
La final se aplazó del sábado al domingo, cuando, finalmente, se canceló sin fecha porque había jugadores de Boca afectados.
Alejandro Domínguez, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), confirmó que el esperado evento deportivo quedaría pospuesto porque "no están garantizadas las condiciones de igualdad entre ambos equipos".
"Hay un equipo que fue agredido. Queremos que se juegue cuando haya igualdad de condiciones", dijo.
Y la pregunta es: ¿ahora qué pasará?
Se espera una resolución este martes, después de que los presidentes de los clubes se reúnan en Asunción con Domínguez.
En la ecuación entran variables políticas, como es la organización de la cumbre G20 en Buenos Aires este viernes con los mandatarios más importantes del mundo, y deportivas, como las sanciones que han recibido equipos por sucesos similares.
En medio de la especulación, y a partir de lo que han dicho los equipos, es posible armar tres escenarios de lo que puede pasar.
Que se juegue en River y con público
La primera opción es que se juegue en las mismas condiciones que iba a ser el sábado, pero con un operativo policial mejor diseñado.
El alcalde, Horario Rodríguez Larreta, ya admitió que el operativo fue ineficiente.
El presidente de River, el exempresario Rodolfo D'Onofrio, apuesta por esta opción, y apela lo que llamaron un "pacto de caballeros" firmado entre los presidentes el sábado, según el cual el partido se jugaría en River y con público cuando se estabilizara la situación de violencia.
El partido de ida, que quedó 2-2, fue en la Bombonera de Boca y en ese sentido, bajo la teoría de la reciprocidad, falta la vuelta en territorio del equipo "millonario".
La fecha que se maneja es el sábado 8 de diciembre, una semana después del G20 y una antes del Mundial de Clubes en Emiratos Árabes, que empieza el 12, donde el campeón debe jugar contra Real Madrid y contra otros ganadores de copas regionales.
Esta opción corre el riesgo de caer en el mismo problema que la anterior -violencia entre hinchas-, así como de dar la noción de que no hubo sanciones políticas o deportivas por lo ocurrido.
Que gane Boca en los escritorios
Por eso es que el presidente de Boca, el poderoso abogado Daniel Angelici, sostiene que River debe ser sancionado y, aplicando el reglamento de la Conmebol, perder el partido.
Así, Boca sería declarado campeón desde un escritorio, sin tener que jugar.
Angelici, que espera ser reelecto en la presidencia de Boca en 2019, se basa en el artículo 18 del estatuto, según el cual los clubes pueden ser sancionados con la quita de puntos y suspensión de su estadio o su participación en competencias.
En la Libertadores de 2015, River y Boca se enfrentaron en los octavos de final y en el entretiempo los jugadores de River fueron atacados por hinchas con gas pimienta. El partido fue suspendido, Boca fue sancionado y River llegó a la final y ganó el torneo.
Angelici, según dijo, espera que se aplique la misma vara.
Pero hay un matiz: el ataque a los jugadores de Boca esta vez fue fuera del estadio, donde la seguridad no era responsabilidad del equipo, sino del gobierno de Buenos Aires.
Que se juegue sin público o en otro estadio
Aparte de las anteriores, hay un par de opciones menos probables, pero también contempladas por las autoridades y la prensa.
Una es que el partido se juegue en Abu Dabi, justo antes del Mundial de Clubes, con la ventaja de que el ganador se quede ya en esa ciudad a disputar el torneo.
Eso le quitaría toda la mística a un partido inédito e incumpliría contratos en Buenos Aires con patrocinadores y con los hinchas que compraron entradas.
Otra opción contemplada es que el partido se juegue en el Monumental de River, pero sin público, como ocurre frecuentemente tanto en Latinoamérica como en Europa cuando el equipo local es sancionado.
El estadio, de hecho, ya fue multado por lo ocurrido el sábado y si se llega a jugar con público es porque se hizo una excepción a favor del espectáculo.
Hace apenas unas semanas, otro clásico que se vive al rojo vivo en Argentina, Central-Newell's Old Boys, tuvo que jugarse fuera de la ciudad de Rosario y sin público para evitar incidentes, pese a que no había sanciones.
De hecho, otra opción para la final de la Libertadores es que se juegue fuera de Buenos Aires, aunque es difícil que River acepte esto cuando ya hubo un primer partido en la cancha rival.
Y una resolución más puede ser que el campeón de la Libertadores 2018 se declare desierto. Sería la sanción más dura, porque quedaría registrada explícitamente en la historia.
Con eso, el fútbol argentino contemporáneo quedaría marcado por lo que para muchos es una era de violencia, dogmatismo y corrupción.
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