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La espera terminó. Pedro Caixinha hizo su debut como técnico de Cruz Azul y lo hizo con un empate sin goles ante Tijuana. Insípido regalo de Reyes para la afición. Año nuevo, técnico nuevo.

El equipo, como la ilusión celeste, hoy son dirigidos por el estratega portugués, quien regresa al futbol mexicano después de su fugaz paso por Escocia. Caixinha saltó a la cancha del estadio Azul y la conexión con la afición aún fue fría. Algunos aplausos y gritos de aliento apenas se escucharon.

El déjà vu celeste tiene nueva cara, pero mismo objetivo: el campeonato. Fue Día de Reyes y el pueblo cruzazulino tiene una sola petición: salir campeones en el último torneo que jugarán en el coso de la colonia Noche Buena, antes de mudarse al Estadio Azteca.

Los primeros 90 minutos como técnico de La Máquina los vivió de pie. Manos en los bolsillos y aplaudía cuando el esfuerzo de sus jugadores lo ameritaba. Manoteos y gritos no faltaron. Lució reflexivo. Apenas es la primera jornada, pero sabe que en Cruz Azul todo cuenta.

Las cámaras están sobre el portugués, las ignora. El balón pasa cerca de donde se encuentra; corre como niño por el esférico. El tiempo en el banquillo celeste vale oro. La afición, aburrida, pedía irónicamente el regreso de Paco Jémez y el ingreso de Christian Chaco Giménez. Todos ríen. Así inició la era de Pedro Caixinha al frente de Cruz Azul. Mucho camino por recorrer de La Máquina, pero poca paciencia de combustible. ¿Este año será el bueno?

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