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El Cruz Azul ha mordido el polvo de nueva cuenta. La derrota en la final dejó más que herido al conjunto cementero, pero ni Ricardo Peláez, y menos Pedro Caixinha, se han dado por vencidos. El director deportivo y el director técnico, ya planean, ya arman al nuevo equipo celeste que no cumplió la misión prometida, pero no se ha dado por vencido todavía.

Orbelín Pineda es la punta de lanza del nuevo proyecto del Cruz Azul. El volante de 22 años ha terminado su compromiso con el Guadalajara; al momento en que metió el penalti dentro de la serie contra el Espérance de Túnez en el Mundial de Clubes, Pineda sabía que sería su última acción como integrante del Rebaño, con el cual ganó una Liga y una Copa, ambas del Clausura 2017, una Super Copa 2015-16 y una Liga de Campeones de la Concacaf 2018.

Pineda, extraoficialmente, fue traspasado por cerca de 10 millones de dólares, y vendrá a reforzar el manejo de la media cancha. Ante la pérdida de la titularidad de Rafael Baca en favor de Javier Salas, Pedro Caixinha busca quien le dé más salida, más control de balón, dejando la resposabilidad de la recuperación en mayor porcentaje al argentino Iván Marcone.

Orbelín tomará unos días de descanso, antes de reportarse en La Noria, con miras al torneo de Clausura 2019.

La llegada del volante surgido de las fuerzas básicas de Gallos Blancos del Querétaro, provocaría movimientos en el plantel azul. Rafael Baca podría actuar como moneda de cambio, al igual que Julio César Domínguez, único jugador surgido de las fuerzas básicas de los cementeros y que es parte indiscutible del cuadro inicial.

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