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Agustín Marchesín
vivió sus últimos instantes en Coapa con el sentimiento a tope. Después de los agradecimientos y las lágrimas, el argentino dijo adiós al americanismo, en compañía de su familia deportiva y de sangre.
A su derecha, el técnico Miguel Herrera , y al fondo de la sala, sus padres, esposa e hijos, quienes cautivados escuchaban al relevo -por cuatro años- del español Iker Casillas en la portería del Porto.
“Siempre salía para dar lo mejor, me equivocaba, pero vestir esta camiseta es único, [América ] fue y es la mayor bendición de toda mi carrera”, expresó Marchesín. “Era campeonar siempre, si no, es un fracaso... al defender esta camiseta me tenía que partir la ma... y así lo hice día con día”.
Pero la encomienda no podía faltar. El propio argentino se refirió a Guillermo Ochoa como su favorito para resguardar las redes: “Me gustaría Memo, sería la frutilla del postre, es un arquero que ha dejado mucho, es un emblema en México. [Volver] es una oportunidad que ojalá pueda tomar”, opinó, con todo y la presencia del Piojo a un costado, a quien le reiteró “es un padre para nosotros, con mucho respeto, un amigo”.
Nadie como Marche. Tras confirmar el interés por Ochoa , Miguel Herrera sacó su repertorio de halagos y anécdotas.
“Para describirlo hay una infinidad de adjetivos positivos. Nunca me dejó decirle a Óscar [Jiménez] que iba a jugar, porque él quería entrar, no quiere dejar de jugar ni las cascaritas”, apuntó sereno, pese a la posibilidad de quedarse sin otro jugador, porque Mateus Uribe también se iría al Porto; el salario traba la negociación.
“Marche se va como un grande”, afirmó Miguel previo a que Agustín, como último acto, besara el escudo águila antes de convertirse en Dragón portugués.