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Iracundo, Mike McCarthy se olvidó del frío generado por los dos grados de temperatura cuando el pateador Greg Zuerlein falló aquel gol de campo —de 40 yardas— que podría acercar a los Cowboys a un punto de los Ravens, poco antes de que terminara la primera mitad. Su rabieta hizo que varios jugadores se alejaran lentamente, porque irradiaba furia.
El head coach de Dallas sabía que acababan de dejar ir la oportunidad de meterse a un juego mucho más apretado que lo indicado por el marcador (34-17). No se equivocó.
Tras las sorpresivas victorias de los Giants y Washington sobre los Seahawks y los Steelers, respectivamente, los Cowboys estaban conscientes de que no podían dejar ir el juego de anoche. Cayeron, y sus esperanzas de ganar la mediocre División Este de la Conferencia Nacional cada vez son menores.
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Todavía lejos del nivel que mostró el año anterior, cuando fue el primer sembrado en la Americana, Baltimore (7-5) sacó una victoria clave en la lucha por llegar a los Playoffs, esos que ya lucen como simple utopía para Dallas (3-9).
Más allá de que el quarterback Andy Dalton fue interceptado una vez, Zuerlein fue el villano de la gélida velada. Tras errar aquella patada clave de 40 yardas, falló otras dos (de 53 y 52), las cuales pudieron haber metido al juego a un equipo que volvió a adolecer falta de temple.
Es por eso que McCarthy explotó tras la primera falla de su pateador. Sabía que esa era la única oportunidad.