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Ya en el ring para su presentación, Carlos Cuadras se despojó de un chaleco rojo que dejó al descubierto una playera blanca con el rostro de Rocky en negro con la que quiso alertar que anoche soportaría cualquier dolor, excepto el que provoca perder.
Cuadras
bajó con todo, incluida su tercera derrota profesional que le propinó por decisión dividida el puertoriqueño McWilliams Arroyo (17-4-0,14KO’s).
El descalabro de Carlos Cuadras (36-3-1,27KO’s) fue una paleta de colores que round tras round se fueron revolviendo hasta conseguir un frío gris que no combinó con la vestimenta con brillos del mexicano. Y es que pocas cosas pudo combinar Carlitos.
Su golpes carecieron de ritmo, cadencia y poder. Paso los 10 rounds del combate balanceándose entre el miedo a perder y el poco entusiasmo a ganar.
El espíritu de Rocky que el sinaloense quiso presumir, se quedó en la prenda. Cuadras s e ató de manos y se expuso con el rostro que terminó lastimado al estilo Rocky ante un rival que pasó casi dos años sin tomar una pelea profesional.
Arroyo fue un volcán dormido que para mala suerte del sinaloense entró en erupción ante él. Su estilo olímpico fluyó sobre la lona con un acoplamiento entre el deseo y el esfuerzo. La comunión que se necesita para triunfar, la tuvo el boricua que puede volver a pensar en una pelea de título mundial.
Para Cuadras la élite ahora está tan lejos, como él de ser un Príncipe del boxeo.
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