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ariel.velazquez@eluniversal.com.mx
Si no conoces a José Bolivita Uzcátegui, ve a Youtube y busca el video en el que fue agredido cobardemente arriba del ring por Leo Lawson —entrenador de su oponente, Andre Dirrel—. Después de saciar tu morbo, date tiempo para observar su boxeo y te darás cuenta de que no es un peleador más.
Bolivita se levantó del inesperado puñetazo de Lawson como lo ha hecho en las adversidades.
El venezolano llegó a México en 2011 con un contrato de mil pesos semanales y en seis años construyó su carrera para posicionarse a la puerta de un título absoluto.
Mañana por la noche estará en Las Vegas para retar al ganador del pleito entre Caleb Truax y James DeGale por el fajín supermediano de la Federación Internacional de Boxeo.
“Ha sido duro estar fuera de mi país por tanto tiempo, pero eso me ha servido para formar carácter y aprender el estilo mexicano”, contó Uzcátegui.
En Venezuela, Bolivita consiguió un récord amateur de 316 triunfos en 327 combates que llamaron la atención de la empresa Zanfer, que lo llevó a Tijuana, donde reside y se siente como un mexicano más.
Bajo el cobijo del entrenador José Cital, Uzcátegui fue transformando su estilo y sumando experiencia. En los encordados de paga tiene marca de 27 victorias, dos derrotas y 23 nocauts, el último sobre Dirrel, a quien terminó en el octavo asalto en Brooklyn.
“Era un estilista cuando llegué a Tijuana, pero me di cuenta rápidamente que tenía que convertirme en un boxeador más fajador para darle a la afición lo que quería ver. Estoy contento por derrotar a Dirrell, tras la controversia de mi primer combate, el cual perdí injustamente por descalificación”.
Con la bandera mexicana en la mayoría de sus combates, Bolivita no se aleja de los problemas de su país y ayuda cuando puede.
“Es difícil ver todas las carencias que hay en Venezuela. Cada que puedo voy o envío cosas para mis familiares y amigos y espero que con un campeonato mundial pueda hacerlo en más ocasiones”, culminó el púgil.