Más Información
Sheinbaum se reúne con Lemus; “trabajar al estilo jalisco es en coordinación con la federación”, expresa gobernador
Marko Cortés difunde infografía a favor de denominar terroristas a cárteles; el “primer paso es reconocerlo”, dice
Activistas rechazan colocación de cámaras trampa para fauna en Tren Maya; piden retirar mallas metálicas que obstruyen su paso
Revés al INE, juez niega retirar suspensión definitiva a reforma judicial; da 48 horas para acatar sentencia
Por momentos durante el juego, canciones de Los Tucanes de Tijuana, Los Ángeles Azules y Selena convierten los pasillos de Dodger Stadium en terreno fértil para bailar creando una atmósfera que hacen pensar que la casa de la novena californiana bien podría ser otro estadio de beisbol mexicano si no estuviera a 230 kilómetros de la frontera con Tijuana y ¡claro! Unos 400 millones de dólares repartidos entre las dos nóminas que disputan la edición 114 de la Serie Mundial.
Mientras Red Sox y Dodgers j uegan en el campo, hay un personaje que juega con los teclados.
Con una base latina de entre 35 y 45 por ciento de los aficionados que acuden a ver a los Dodgers , el organista Dieter Ruehler encontró en la música mexicana, la llave para encender al público cuando los nueve hombres en el campo necesitan el impulso de las tribunas.
El beisbol divierte o cansa, una situación que Ruehler entiende y domina.
“La música latina y en especial las melodías mexicanas son muy alegres y hacen que la gente aplauda, coree o simplemente hagan ruidos que ayuden con nuestro equipo. Muchos de nuestros fans son mexicanos, por lo que no se puede entender un espectáculo de mi parte sin tener esto en cuenta”, comenta Ruehler.
Hasta la temporada pasada, Adrián González era a la ofensiva, el latino de mayor jerarquía dentro de los Dodgers. Sin el Titán, el organista no ha roto su estrategia y sin importar si es el cubano Yasiel Puig o el estadounidense Justin Turner es quien esté al bat, en cualquier momento se puede escuchar las notas musicales de La Chona o el Listón de tu pelo.
“Me gusta mucho tocar La Chona , el ritmo que tiene de verdad pone contentos a todos los que están en el estadio, no importa si son mexicanos, estadounidenses o la base de fans asiáticos, todos mueven sus pies”.
De a poco, Ruehler en sus rutinas de trabajo comienza dejar las tradicionales canciones de beisbol para adentrarse en otros ritmos. Es algo que desde los 12 años, siempre quiso hacer.
"Desde que era niño, cada vez que escuchaba órganos alrededor del beisbol y el hockey, siempre me llamaban la atención. Obviamente hay canciones que son parte del juego y se deben respetar, pero a su vez siento que cada músico que trabaja en un estadio le da su personalidad.
Desde allí, Ruehle ha convertido su pasión por la música de órgano de encuentros deportivos, en una exitosa carrera que abarca más de 35 años, tocando en una variedad de equipos con sede en Los Ángeles , incluida su posición actual como organista y director musical de los Kings así como de los Dodgers, una de las pocas organizaciones (18 según algunas versiones) que aún proporcionan la banda sonora en los juegos.
Dieter fue contratado por los Dodgers en 2015 cuando continuaron con la costumbre del órgano (inició en 1943) en lugar de dar el salto a la música de DJ que varios equipos abrazaron en el inicio del siglo XXI.
A pesar de la emoción, el trabajo de Ruehle no es para los débiles: actúa durante todo el juego, algunos de los cuales duran más de cuatro horas, con la excepción de un minuto de descanso en el baño, si es necesario. "Aparte de eso, estoy sentado aquí enfocado en el juego", dice Ruehle, quien se despide con La Chona.