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Zaim Kamal
ocupa el puesto de director creativo internacional de Montblanc desde 2013. Este paquistaní que vive en Londres desde hace más de 30 años comenzó su carrera en el diseño de moda después de graduarse en Central Saint Martins en 1991, en la capital de Reino Unido. Pronto entró con pie firme en casas de moda, como Vivienne Westwood y Swarovski. Ahora Kamal disfruta de los desafíos de una firma con tanta historia como la casa de Hamburgo.
Con los pies en la frontera entre la herencia y la innovación, Kamal dice que Montblanc ha logrado mantenerse equilibrado y nunca ha dudado en aceptar la modernidad y la tecnología. De su pasado "fashion", aprendió que nunca hay que detenerse. “En la moda siempre quieres saber qué es lo siguiente”, nos platica.
Ahora es la mente creativa de las cuatro divisiones de la compañía alemana (instrumentos de escritura, artículos de cuero, relojes y accesorios). Ha ayudado a redefinir el legado y la dirección artística de la marca centenaria. Para llevar a cabo su misión asegura que viaja con frecuencia y saca inspiración de todo. Siempre con los ojos y la mente abierta. Admira los dibujos del artista Egon Schiele y al diseñador de muebles Jean Prouve. Hablamos con él para ver cómo influye todo su bagaje en la estrategia creativa de Montblanc.
¿Cómo llegó Montblanc y por qué dejó la industria de la moda?
Empecé en Montblanc en 2013, pero no la escogí yo, ella me eligió a mí. Montblanc es una marca que me había acompañado toda mi vida. Usé plumas Montblanc para escribir y joyería. Siempre tuve a Montblanc en mi vida. Mi abuelo me dio mi primer lápiz Montblanc porque sabía dibujar, así que me lo dio y me dijo “toma esto y quizá algo pase”. No estuvo mal (risas).
¿Cuántas personas trabajan en su equipo?
Somos 7. Tenemos 3 equipos de diseño: uno para piel, uno para relojes y uno para instrumentos de escritura. Y luego hay diseñadores que trabajan de manera indistinta en las distintas categorías y hacen accesorios o proyectos especiales.
¿Cómo es su enfoque en los guardatiempos, más técnico o más artístico?
Para mí, un reloj es un poema. Si preguntas a 10 personas que usan un reloj mecánico por qué lo usan, creo que solo una te dirá que es porque tiene muchas complicaciones. Los otros 9 te dirán que se lo compraron para ellos o que se los regalaron, siempre hay alguna historia detrás. Mi enfoque es poético, pero la belleza de un reloj está casada con una propuesta fuerte de mecánica. Si ves la manera en la que hacen los engranajes, los volantes, todo es muy poético, pero en algún punto debes dejar la poesía y empezar a trabajar el movimiento, cuáles se pueden usar, qué necesitamos. Ya que tienes la caja empiezas a moldear y creas la magia que lo rodea, ves los ángulos, la esfera, todo lo que lleva.
¿Diría que es más difícil crear un reloj comparado con otros productos de Montblanc?
Es una declaración de complejidad. Cuando trabajas con relojes tienes que pensar como relojero; cuando trabajas con instrumentos de escritura, tienes que pensar como ingeniero; cuando trabajas con cuero tienes que pensar como una modista y un patronista. Así que la complejidad es diferente y tienes distintas maneras de expresarte. Tienes que entender el lenguaje de las personas con las que estás trabajando. Muy rápido, hablo francés cuando estoy haciendo relojes. Hablo italiano cuando estoy haciendo piel y trato de hablar alemán cuando estoy haciendo los instrumentos de escritura.
Creo que ha visitado Minerva y Le Locle muchas veces, ¿Qué fue lo que atrapó su mirada la primera vez que estuvo en la manufactura?
Soy un gran fan de los tourbillones, me encantan, pero los volantes son los más fascinantes. Estos alambres que van de un cuarto a otro donde los estiran y están creados de manera muy precisa, se enrollan y luego lo encajan en un reloj, hace clic y entra la energía inmediatamente. Para mí, el tourbillon es una de las invenciones mecánicas más hermosas jamás creadas. Cuando me preguntan cómo describir un tourbillon, para mí es algo que no vive en la realidad. Pero esta complicación elimina los efectos de la gravedad y si se suprime la gravedad ¿cómo es que estás en la Tierra? Y luego es como un latido de gravedad cero, así que para mí es hermoso.
¿Cómo escoge una nueva colección, cuál es la inspiración o el impulso que le hace decidir una y no otra?
Teníamos la línea de Heritage y cuando vino el momento de crear una nueva línea pensamos en ella. Igual con la colección 1858. Regresamos a los archivos de una manera moderna, con un estilo que apele a un nuevo cliente que entiende de dónde venimos. Cuando vamos a los archivos en Montblanc no tomamos una pieza del archivo y la replicamos, porque creas un nicho solo de coleccionistas. Sí tomamos inspiración de los archivos y nos fijamos en los elementos que necesitamos volver a trabajar para que encajen con la percepción de hoy y darle modernidad. Creo que la idea de crear la línea Heritage con modernidad es el futuro.
¿Cómo maneja la identidad de las diferentes familias de Montblanc como Heritage, 1858 o Star Legacy?
Depende de cómo posicionas el reloj y para quién lo estás haciendo. Con cada familia tenemos un cliente en mente. Así que necesitamos darle la expresión que le corresponde y que exprese la modernidad y lo clásico. Todo está en el detalle, como con la colección 1858 que tiene la aguja con SuperLuminova que se inspiró en los relojes de pilotos con dos husos horarios inspirados en modelos de los años 50 y 60.
Creo que aquí tiene una relación cercana con Davide Cerrato (director general de Relojes de Montblanc).
Tenemos un diálogo, trabajamos juntos. A veces es necesario, ocasionalmente estamos de acuerdo, otras no, pero al final todo está enfocado al resultado. Tenemos una regla muy simple en Montblanc: no matamos una idea, porque yo no lo sé todo y Davide tampoco lo sabe todo. Davide crea una idea con el staff y la trabajan y de repente todos contribuyen a crear algo. Es un diálogo constante en el que surge la pieza y crece. Es una constante ir hacia delante y hacia atrás.
¿Qué elementos de otros universos le inspiran?
Fui un niño en los 60, así que en esta época todo era expresar emociones, era una época sexy, intensa. Me gusta traer elementos así a las piezas, pero por otro lado, Davide tiene su propia personalidad que aporta a la marca. Cada día traigo algo diferente a mi estudio, a mi trabajo, porque cada día estoy aprendiendo de experiencias nuevas, de algo que me ha inspirado. Admiro los dibujos del artista Egon Schiele y al diseñador de muebles Jean Prouve. Voy por la vida con los ojos abiertos. Nunca es el final, no puedo decir que tengo solo una inspiración, sino tengo tantas como las que mi ojo me permita ver. Es la belleza de esto.
¿Qué piezas de Montblanc tiene en su colección ahora?
Tengo tres relojes. Cuando empecé tenía el TimeWalker que sigo teniendo. La segunda pieza es el Montblanc Spirit, que fue el primer reloj en el que trabajé para la firma. Luego, el Timewalker con la esfera de 24 horas que para mí fue un ejemplar clave, pero nadie estuvo de acuerdo conmigo (risas), para mí es una de las más bellas. Ahora tengo el 1858 Geosphere.