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Nacido cerca de Berna, Suiza, el pintor Ferdinand Hodler es uno de los nombres injustamente poco recordado por el gran público, sobre todo si consideramos lo visionaria y vanguardista que resulta su obra pictórica. Hodler se mudó a Ginebra muy joven (18 años) donde comenzó a pintar paisajes emparentados con el impresionismo e inspirados por el Valle de Joux, aunque el propio Ferdinand se consideraba un realista absoluto (su adscripción a esta corriente queda más clara cuando se observan los retratos y composiciones realizados durante esa época).
El estilo de Hodler se refinaría hacia finales del siglo XIX, donde combinó varios géneros (entre ellos el simbolismo y el art noveau) para dar origen a su propio estilo, el cual denominó "paralelismo", cuya característica principal es la agrupación de figuras simétricas que simulan una danza. Esta revolución visual se radicalizó aún más durante sus últimos años con vida, donde adoptó un carácter expresionista casi minimalista. El deceso de Ferdinand ocurrió en 1918 en la ciudad que lo vio convertirse en un artista y vanguardista: Ginebra.
Para conmemorar 100 años de la muerte del extraordinario pintor, la casa relojera ubicada justo en medio de los paisajes inspiradores del Valle De Joux, Jaeger-LeCoultre, ofrece tres nuevas versiones de su modelo Reverso, donde se incluyen réplicas de aquellas obras primigenias que dieron paso al mito Hodler.
La nueva edición del Reverso Tribute Enamel se engalana con las montañas y lagos pintados por Ferdinand cuando llegó a Ginebra, al tiempo que gracias a su código Art Decó, tributa otro de los estilos predilectos de Hodler. La caja de oro blanco de los tres modelos edición limitada a ocho ejemplares, lleva consigo una reproducción miniatura esmaltada del trabajo del pintor suizo.
En el anverso de la pieza se observa una técnica guilloché excepcional con la que ha sido decorada la esfera, que presenta figuras de rombos aparentemente trenzados, pero delineados con tal finura que resultan totalmente delicados y ligeros visualmente. Este trabajo artesanal fue cubierto con esmalte translúcido para armonizar con la pintura que se encuentra al reverso.
Ya que hablamos de las pinturas colodas al fondo de la caja, representaron un desafío extremo para los esmaltadores de la casa, pues tuvieron que dedicar más de cincuenta horas a cada pieza para reproducir de manera fiel la maestría de Ferdinand Hodler en un espacio de apenas 3 cm cuadrados.
Las obras seleccionadas por Jaeger son: Lac Léman avec le Mont Blanc dans la lumière du matin (El lago Lemán con el Monte Blanco iluminado por la luz de la mañana, 1918), Lac de Thoune aux reflets (Lago de Thoune con reflejos, 1904) y Lac de Thoune aux reflets symétriques (Lago de Thoune con reflejos simétricos, 1909). Un homenaje que vivirá a través del tiempo.